Sudáfrica se distingue por algunas características únicas que la diferencian del resto del continente africano. Una de las más destacadas es que dentro de su territorio alberga dos estados soberanos: Lesoto y eSwuatini.
Otra particularidad notable es la presencia de una cadena montañosa relativamente alta y escarpada, un rasgo poco común en África, donde predominan las extensas llanuras y mesetas. Estas montañas no solo añaden diversidad al paisaje sudafricano, sino que también tienen un impacto significativo en el clima y la biodiversidad de la región.
Sani Pass, una espectacular entrada a Lesoto.
Lesoto, conocido oficialmente como el Reino de Lesoto, es un pequeño país enclavado completamente dentro de Sudáfrica. Su característica más distintiva es su altitud: es el único país en el mundo donde todo su territorio está por encima de los 1,000 metros sobre el nivel del mar, lo que le vale el sobrenombre de "El Reino en el Cielo". Su economía depende en gran medida de la agricultura, el pastoreo, las remesas de trabajadores en Sudáfrica y la venta de agua a su vecino.
La entrada al país sólo puede hacerse a través de 5 pasos, siendo algunos de ellos complicados. Ese es el caso de Sani Pass, un espectacular puerto de montaña de 2.876 m que conecta Mokhotlong (Lesoto) con KwaZulu-Natal (Sudáfrica).
El campo base para el Sani Pass es la pequeña población de Underberg. Hemos contratado el tour con Major Tours, negocio gestionado por una Sudafricana blanca. El chófer, o sorpresa, es de color.
El Sani Pass tiene sus orígenes en una ruta comercial utilizada en el siglo XIX por los basotho para transportar mercancías, principalmente lana y mohair (fibra procedente del pelo de la cabra de Angora), desde Lesoto hacia los mercados de Sudáfrica. En aquella época, los comerciantes utilizaban caravanas de burros para atravesar este desafiante paso montañoso.
La construcción de una carretera más transitable comenzó en la década de 1950 para facilitar el comercio y el acceso. Desde entonces, el paso se ha convertido en un atractivo turístico, famoso por sus vistas espectaculares y su ascenso empinado, que exige vehículos todoterreno.
La subida al Sani Pass comienza con una carretera asfaltada estupenda. Pero al pasar las aduanas sudafricanas, desaparece el asfalto y comienza una pista que en ocasiones se encuentra en muy mal estado. Creemos que la razón por la que no se ha adecentado esta vía de acceso es favorecer a las empresas de tours del lado sudafricano.
Paramos en un lugar “histórico” una especie de casa de postas en ruinas. A medida que ganamos altura el paisaje mejora toda vez que la pista empeora. Los últimos kilómetros son una serie de lazadas con mucha pendiente… Muchísima. En alguna de ellas hay cascadas de hielo muy fundidas ya.
En la parte superior del paso se encuentra la aduana de Lesoto. A partir de aquí vuelve el asfalto. El paisaje es totalmente yermo, sin rastro de árboles por ninguna parte.
El nivel de vida en Lesoto es significativamente más bajo que en Sudáfrica. Aunque ambos países tienen desigualdad, Sudáfrica ofrece mejores servicios, infraestructura y oportunidades económicas. En contraste, muchos habitantes de Lesoto viven en zonas rurales con acceso limitado a servicios básicos como salud, educación y electricidad.
Paramos en un conjunto de chozas, en una de las cuales entramos. Una señora nos enseña la artesanía local (es lo que tiene ir en un tour organizado...) Le compramos una muñeca preciosa y nos da un pan recién hecho estupendo.
Continuamos carretera arriba, hasta un paso (Ke Lapeng) a 3.240m.
Regresamos al plató, donde paramos a comer en un lodge, después de lo cual retomamos la bajada hacia Underberg. Mismos trámites aduaneros, pero al revés.
En el corazón de las Montañas Drakensberg.
Volvemos al lodge donde dejamos el coche y seguimos ruta. Vamos a Didima Camp, algo más al norte. La carretera es buenísima.
Al llegar a Didima, y tras pasar el control del Lodge, nos encaminamos a recepción. Una señora nos guía a nuestros bungalows. Son una pasada. Inspirados en la arquitectura local, pero con una revisión muy vanguardista. No hay nadie en absoluto.
Jose Ángel y yo tenemos la intención de ascender al Cathedral Peak (3.004 m). Cogemos la furgo y conducimos hasta el Cathedral Peak Hotel, unos 5 Km más arriba. Allí tenemos que pagar una tasa por caminar. Aparcamos, y a las 6.15 comenzamos a caminar, en un primer momento por el interior del lodge (por cierto, una pijada sin encanto, con establos y campo de golf). Nos topamos con varios antílopes en el interior, supongo que medio domesticados.
En un primer momento, encontramos carteles indicativos. A pocos centenares de metros del lodge hay que cruzar el Río uMlambonja. Luego, se continúa por la ladera opuesta. Se progresa entre zonas de praderas con gramíneas, altas y secas.
Desde el primer momento, la silueta recortada del Cathedral Peak nos acompaña desde el primer momento. Lo cierto es que asusta un poco. Las montañas al sur del Cathedral (Inner y Outer Horn) están ardiendo. Las quemas de pastos durante la temporada seca es una constante en las montañas de Drakensberg. Los pastores consiguen así controlar la vegetación leñosa y generar nuevos pastos. Pero claro, el fuego no cesa en los pastizales que mantienen a la cabaña vacuna y se extienden hasta detenerse de manera natural o bien al haber quemado todo el combustible.
Progresamos por la margen derecha de otro río, por la ladera del espolón E/SE del pico. Hay un precioso paisaje de cantiles calizos y bloques junto al camino.
Se llega así a la cabecera del "vallejo", que nos premia con un pequeño salto de agua. El paisaje allí es precioso, un paramos dorado con los picos más impresionantes de esta serralada frente a nosotros.
Nos encaramamos, ahora si, a la loma herbosa del espolón. Dejamos a nuestra izquierda (este) el Contour Path, un camino que va siguiendo la cabecera del valle a cota, regresando por la ladera opuesta. La geología cambia bastante; ahora las rocas volcánicas sustituyen a las sedimentarias.
Continuando por la arista, a veces bastante estrecha, llegamos a una canal. Esta muy marcada. Hay una flecha medio borrada en una roca que indica continuar hacia la derecha, pero pensamos que, estando tan transitada, mejor tomamos esta primera. Al final resulta muy descompuesta y empinada, debiendo ir a cuatro patas en alguna ocasión. Una vez superada esta corta, pero intensa sección, decidimos que de regreso tomaremos la segunda canal. José llega bastante petado.
Continuamos aproximándonos al pico por la loma herbosa que, en ocasiones, es totalmente horizontal. En el lugar donde suele montarse el campamento (para cuando se hace en dos días) nos detenemos un momento a recapacitar. Aún nos quedan 600 m de desnivel (llevamos 1.000), y son francamente empinados. Se atisba un caminillo en los pastos de la ladera este del pico, que luego atraviesan varias zonas rocosas. Según las reseñas que hemos consultado, no es necesario llevar cuerda (los guías sí que la llevan), pero nos queda claro que, llegados a ese punto necesitamos más tiempo y energía. Somos realistas y volvemos por donde hemos venido (excepto por la canal).
Llegamos al Catheral Peak Hotel con bastante calor.
En total han sido 17,5 Km y 1.175 m de desnivel (tardamos unas 6 horas y cuarto, paradas incluidas).
Regresamos al Didima Camp donde el resto ha hecho una interesante excursión por las cuevas con pinturas rupestres, las cuales son Patrimonio de la Humanidad. Aquí dejo sus comentarios y fotos.
Para conocerlas, contratamos una ruta de tres horas que pasa por dos de ellas y unas cascadas, Doreen Falls. La ruta tiene unos 10 Km de longitud y es necesario coger un taxi hasta el Hotel Cathedral Peak. La última cueva, Felsmalerei, tiene una subida de unos 200 mts des de la cascada y con el calor se hace notar.
El camino es fácil pero muy caluroso, el guía que nos lleva es bueno, pero poco hablador. Cogemos el coche y nos desplazamos hasta el siguiente destino dentro de las Drakensberg:, el Royal Natal National Park, y más concretamente, el Witsieshoek Lodge.
Al día siguiente dejamos esta zona de las montañas. Pasamos por la ciudad de Phuthaditjhaba. Es un conjunto de colinas con casitas dispersas sin ningún tipo de gestión urbana. No hay calles asfaltadas, hay mucha basura y da la impresión de que nadie se preocupa de esta pobre gente. En realidad, si se observan las casas individualmente, no son miseras. Son de ladrillo y algunas de ellas están bastante bien. Pero el conjunto tiene un aspecto de poblado chabolista. Nos preocupa porque estamos a unos 10 Km de nuestro destino y cuesta imaginar un lugar chulo tan cerca de otro tan poco agraciado.
Llegamos al “Mountain Lodge”, que debió ser un lugar de lujo en el momento de su construcción y que ahora es decadente. Las construcciones son circulares, y están divididos en 5 “quesitos” o sectores. Están bien, pero es muy caro de lo que debería. El paisaje, eso sí, es flipante, con el “Sentinel” acaparando toda la atención: se trata de una montaña con forma de flan de paredes verticales y 3.165 m de altura. Nos informamos sobre la excursión de mañana (Tugella Falls) y vamos a cenar. El restaurante está bastante bien, incluso con una zona de pub muy curiosa.
Por la noche hay mucho viento. Mucho, mucho.
Amanece con bastante frío. Bajamos a desayunar y a las 7.30 ya nos está esperando un jeep como los del Kruger (pero cubierto) que nos hacer cara al Sentinel Car Park. La pista es francamente mala, con rocas por todas partes. Sin embargo, los últimos kilómetros están adoquinados y son mucho las cómodos.
Al llegar al parking, donde hay unas construcciones del Parque Nacional algo desvencijadas, donde debemos inscribirnos y pagar la tasa (125 Rnd). Aunque el día está totalmente despejado, hay muchísimo viento. Curiosamente, el camino se encuentra adoquinados (por decirlo de alguna manera) con bloques de hormigón cuando el terreno lo permite.
A pocos kilómetros nos desviamos a un mirador desde el que se ve un impresionante circo formado por el Sekhong (3.174 m), Mount Amery (3.131 m) y el espectacular Devils Tooth. Me recuerda algo a Azores, con unos enormes precipicios herbosos (y humeantes en este caso), así como escarpadas montañas.
Tomamos de nuevo el camino principal para realizar una larga travesía bajo las paredes de la cara norte el Sentinel. El paisaje es espectacular, con unas enormes paredes calizas. Pasamos un desvío que sube por una canal. No tiene mala pinta, pero toda la información que hemos podido consultar indica que es más conveniente subir por las chain ladders (escaleras). Vemos algunas marmotas. Al contrario de las europeas, estas son grises y corren bastante más y con más estilo que las nuestras.
Finalmente, vemos las famosas chain ladder. Hay dos de ellas, separadas unos pocos metros. La forma de equipar el paso es totalmente diferente a la de las ferratas que hemos visto hasta ahora. Se trata de una escalera cuyos largueros están hechos mediante una cadena y los travesaños son barras de acero insertadas en los eslabones. Para separarla de la pared se han dispuesto unos separadores. Solo tienen un anclaje en la parte superior, sin fraccionamientos. En la escalera de la izquierda los separadores tienen forma de “V”, y en la de la derecha unos aros metálicos. Doy un tiento a la primera (izquierda) y pese a ser fácil, los pies tocan con la roca. La escala de la derecha es bastante más cómoda.
Superado este primer tramo hay otro más, con dos posibles escaleras a elegir. Este segundo tramo es bastante más corto y fácil.
Llegados a la parte superior, se supera una ladera y se entra en el anfiteatro. Es una amplia zona llana de pastizales a 3.000 m, con alguna cima poco sobresaliente. Vemos unos animales corriendo en la lejanía, que en un primer momento nos parecen chacales. Pero no, son babuinos que comen lo que pueden, volteando piedras o excavando en el suelo.
En el pequeño cauce del río que alimenta las famosas cascadas no hay ni una gota de agua. Desde aquí es fácil deducir la razón por las que las cascadas no tienen agua frecuentemente y es que su cuenca hídrica es muy pequeña. Y además, no hay nieve.
Llegamos a la cabecera de las cascadas. El paisaje es el mismo que vimos desde el mirador, pero el punto de vista es diferente: estamos bastante más cerca de los escarpes y a bastante mayor altitud. Bajo nuestros pies se abre un abismo vertical de casi 800 m. Uno de los paisajes más espectaculares de África se encuentra delante de nosotros.
Comemos algo e iniciamos el descenso. Existe la posibilidad de regresar por la canal, pero lo descartamos. El destrepe de las escaleras no presenta mucho problema (solo el primer tramo, en el que una roca desvía la escalera y hay que dar algunos pasos raros).
Llegamos al parking con mucho menos viento que a la ida.
Tomamos un piscolabis mientras esperamos el transporte que nos lleva al lodge
Tomamos un café y damos una vueltecilla de unos 5 km por un sendero que sale del mismo lodge. Llegamos de nuevo con las últimas luces del día.
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