Japón (II): Hiroshima, Osaka y Koyasan

Tras una semana viajando por los Alpes Japoneses y con la suerte de haber podido ascender al Fuji, cambiamos la furgoneta en la que nos hemos desplazado y vivido durante una semana por el Japan Rail Pass.




En esta segunda etapa, visitamos alguna de las ciudades y rincones más emblemáticos de Honshu, desde Hiroshima a Koyasan.



Hiroshima: El día en que el mundo enloqueció definitivamente


Tras dejar la furgo en Tokio, tomamos el tren hasta Hiroshima. El servicio ferroviario nipón es conocido mundialmente por su eficiencia y rapidez, no depara ninguna sorpresa.


Hiroshima ostenta el triste honor de ser famosa por haber sido el escenario de una de las mayores atrocidades que ha cometido la humanidad. Pero nosotros preferimos verlo de otra manera: es la muestra de que, incluso tras la devastación total, es posible resurgir si se tiene la determinación y tenacidad suficiente. Y también representa una muestra, como lo es Auswitch o el Muro de Berlín, de a lo que podemos llegar a convertirnos si el odio y el miedo se apodera de nosotros.


La bomba fue detonada a unos 500 m de altura para causar el máximo efecto posible, justo en la vertical de una clínica quirúrgica. A pocos metros, hay dos edificios importantes. El  Atomic Bomb Dome Memorial, antigua Exposición Comercial de la Prefectura de Hiroshima convertido hoy en un recuerdo de aquél día en el que el ser humano se volvió loco.


El otro edificio, es el Orizuru Tower, o torre de la Grulla de Papel. Está junto al Atomic Bomb Dome y aparte de ser un punto de observación excelente, alberga unas exposiciones interesantes.


Todo en el edificio gira alrededor del Orizuru, una figurita de papel origami en forma de grulla. La historia que hay tras esta grulla es triste y alegre al mismo tiempo. Sadako Sasaki era una niña japonesa que tenía dos años cuando explotó la bomba en 1945. Sobrevivió en un primer momento, pero enfermó de leucemia debido a la “lluvia negra”, como tantos otros vecinos suyos.


En el hospital escuchó una leyenda, según la cual si se es capaz de construir mil orizuru, cualquier deseo que se pida será concedido.


Ni las 1400 grullas que plegó Sadako, ni las cerca de 1000 más de sus compañeros de clase pudieron derrotar al cancer, y la niña murió a los 12 años de edad. Sin embargo, la historia de esta niña japonesa, se ha convertido en un símbolo de esperanza.

Aunque pueda parecer ridículo, el hecho de plegar un papelito unas cuantas veces hasta que toma la forma de algo que recuerda a una grulla, nos resultó muy emotivo. Quizás poco más que eso podamos hacer por la paz.


En los alredodores del Dome hay algunos monumentos más en el conjunto denominado Hiroshima Peace Memorial Park , todos ellos relacionados con el ataque.


Uno de ellos, el Cenopath, recoge el nombre de las cerca de 146.000 víctimas.

El Atomic Bomb Museum es de visita imprescindible. Todos deberíamos recorrer los pasillos, ver los restos, documentos y paneles explicativos expuestos en sus salas.


Sin ningún atisbo de odio o rencor, y acompañado de documentos oficiales desclasificados por EEUU, se detallan las causas que llevaron primero a la construcción, y luego, a la posterior decisión de arrojar la bomba, pese a la que Japón se encontraba, en aquel agosto de 1945, apunto de rendirse.


Después de visitar Hiroshima, y en particular este museo, se me retuercen las entrañas al escuchar como dirigentes de algunas naciones se echan las manos a la cabeza cuando hablan de armas de destrucción masivas…


Otros lugares que nos gustó fueron los jardines Shukkei-En y, en menor medida, el Castillo de Hiroshima

Miyajima: el Torii más fotografiado de Japón

Muy cerca de Hiroshima y perfectamente comunicada por tren, se encuentra la isla de Miyajima, que forma parte del catálogo de Patrimonios de la Humanidad de la Unesco.

Hay que tomar un ferry (unos 20 minutos). Llama la atención la frondosidad de la isla y, sobre todo, su espectacular Torii situado frente al santuario Itsukushima y que se encuentra dentro del agua.


Su color naranja vivo, destaca sobre el fondo verde de las montañas de la isla (un buen lugar para hacer caminatas, por cierto)




Una de las cosas que más llama la atención de la isla es la persencia omnipresente de ciervos en todas partes: en la calle, en las puertas de las tiendas… y sobre todo, detrás de turistas con “cosas que puedan comerse”, entre las que se incluye el Rail Pass.


El santuario Itsukushima es un importante templo sinoista y se encuentra dentro del agua. Podríamos decir que hace juego con el Torii.


Hay otros monumentos dignos de ver, como la gran pagoda de 5 alturas o algunos parques (bosques, en realidad).


Una buena idea es llegar a última hora de la tarde (cuando se van los turistas) y disfrutar de la tranquilidad hasta que desembarcan a la mañana siguiente.


Y así, tendremos además la suerte de ver cómo la luz de la tarde cambia al Torii a cada minuto.

Himeji: un castillo Patrimonio de la Humanidad


A medio de camino de Osaka se encuentra Himeji, famoso por su castillo (Patrimonio de la Humanidad).

Está construido en madera recubierta de yeso, sobre un zócalo de piedra.


Al igual que el de Matsumoto, parece más un palacio que un castillo, pero su finalidad defensiva queda patente al fijarnos un poco más en detalle.
Construido inicialmente en el S XIII ha sufrido varias ampliaciones hasta el S XVII. Tiene 5 pisos, y actualmente en su interior pueden verse diferentes muestras relacionadas con el castillo.

Osaka, la primera gran urbe.



De nuevo en el tren, llegamos a Osaka, primera megápolis que visitamos.


Merece la pena visitar Namba, la zona más “superurbana”, por la noche, y reservar el día para visitar otros lugares interesantes como el Castillo de Osaka.


Tan fotogénico como el de Himeji, lo que contemplamos hoy data en realidad de 1930. El original fue destruido por las guerras del S XVI.


No obstante, merece la pena un paseo o incluso un paseo en barquito por el foso. Dentro, todo moderno y alguna muestra interesante.


En el Museo de Historia, junto al castillo, pueden verse unos magníficos dioramas a diferentes escalas e incluso recosntrucciones a escala 1:1. Sin entretenerse mucho, podemos echar la mañana en este museo.


Shi Tennoji es una zona de templos sutuada al sur de la ciudad. Hay una bonita pagoda de 5 alturas a la que se puede subir.


Una visita imprescindible y que no hicimos es el Acuario de Osaka. Para la siguiente vez…


Namba es el epicentro de la ciudad. Un paseo por este famoso barrio de neones y bullicio es tan interesante como quedarse quieto en cualquier esquina y ver qué pasa alrededor.


Para ver la ciudad desde otro punto de vista, la mejor alternativa es subir al edificio Umeda Sky Building y su Jardín Flotante, mejor, de noche

Koyasan, centro del Budismo Esotérico



Koyasan es un centro religioso muy importante en Japón, dentro de la corriente budista Shingon. No puede considerarse un pueblo, de hecho es una montaña (san = montaña) con muchos templos y algunas facilidades para los peregrinos y visitantes.


El acceso es relativamente complejo: hay que tomar varios trenes hasta la estación de Koyasan, luego un tren cremallera y por último un autobús. Recomendamos sentare en la parte derecha del último tren (el que llega a Koyasan), el paisaje es brutal.

Oku-no-in

El responsable de todo este tinglado es Kobo Daishi, una notable figura religiosa del S IX. Según sus seguidores, no está muerto, sino en un estado de meditación eterna en el interior de su tumba, situada en el Cementerio Oku-no-in. Dicha espera finalizará con la llegada de Miroku, el Buda futuro, del que sólo Kobo Daishi será capaz de interpretar su mensaje.


Por tanto, estar cerca de Kobo Daishi garantiza ser de los primeros en recibir el mensaje del nuevo Buda, y es por eso que el cementerio Oku-no-in es gigantesco.
El cementerio se encuentra en un espeso bosque, y las tumbas y figuras están, literalmente, por todas partes.


Es muy interesante perderse por los caminos secundarios, muchas veces estrechos senderos, y ver las tumbas y figuras más antiguas, comidas por el musgo y la lluvia.

En el templo principal del recinto, Toro-do, o templo de las linternas, hay cientos de ellas, y detrás de él se encuentra el mausoleo de Kobo. Pueden dejarse cartas escritas con la garantía de que le serán entregadas cuando finalice su meditación.

Otros templos y lugares de interés en Koyasan

Como decíamos, hay muchísimos templos. En la zona opuesta al cementerio (oeste), se encuentra Danjo Garan, lugar de práctica y entrenamiento de las enseñanzas esotéricas del budismo Shingon.


Se compone de diferentes templos y pagodas, entre las que destaca por su color naranja el de Kondo.


El Mausoleo Tokugawa se compone de dos edificios gemelos, muy onarmentados.

Alojarse en un Ryokan

Hay algo que tenemos claro: si minimizamos los gastos de alojamiento y manutención mientras viajamos, podremos realizar más viajes, o bien ver más cosas mientras lo hacemos.


Por ello, podemos afirmar que somos austeros, en lo que a estas necesidades básicas se refiere.
Sin embargo, invertimos un capital para poder dormir una noche en un Ryokan.


Podríamos considerar el Ryokan como la versión japonesa del parador: edificios singulares, tradicionales, en los que se admiten huéspedes.


Si se va en busca de lo sofisticado y lujoso, un Ryokan no es la primera opción. Sin embargo, este tipo de alojamiento garantiza un chapuzón en la cultura tradicional japonesa, y por qué no, en un Onsen.

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