Madagascar, el pais de los árboles alrevés.

Algo al lado de la carretera llamó mi atención. Un ave grande, lo suficiente como para resultar visible desde el desvencijado patrol en el que viajábamos, alzó el vuelo desde el esqueleto de un árbol calcinado hasta otro, también quemado. El paisaje era desolador y bello a la vez. Una vasta extensión de bosque había sido arrasada para su transformación en pasto o tierra de labor. Pero en esa desolación, sobrevivía un aguilucho caricalvo malgache y un puñado de baobabs.


Madagascar en conjunto es así. Un paraíso arrasado por la presión humana pero que conserva rincones que, tanto por su valor intrínseco como por el contraste con su entorno, hacen que su visita sea obligada para los que disfrutamos de la naturaleza.




Por qué Madagascar?

La pregunta es: ¿por qué no antes?. Quizás el hecho de que el vuelo rara vez baje de los 1.000€ es una buena razón para buscar otros destinos. Pero, una vez finalizado el viaje, y echando la vista atrás, creo que pese a este hándicap, el viaje está más que justificado por dos motivos: El primero es la fauna. En Madagascar existen especies animales que no se ven en ningún otro lugar de la tierra, y que además son relativamente confiados. La segunda es la variedad. En esta enorme isla, encontraremos ecosistemas y paisajes de montaña, páramo, selva tropical, bosque seco caducifolio, bosque de espinas, desiertos… y por si fuera poco, en las aguas circundantes se encuentra una de las mayores barreras de coral del mundo.


Cómo planificamos el viaje?

No hicimos una planificación detallada, más bien nos limitamos a señalar en el mapa los lugares que queríamos visitar… y luego ya se vería cuáles eran factibles.
Al día siguiente de llegar, cogimos un vuelo Antananarivo – Tulear, en el sur de la isla. La idea es realizar el camino inverso por tierra, parando en los Parques Nacionales y Reservas junto a la N7 en dirección a Tana.

Cosas que vimos.


ANAKAO




Es una bonita zona de playa relativamente poco explotada, a una hora en barca de Tulear. El ‘abordaje’ a la lancha rápida mediante carro de zebús no tiene precio…



El pueblito es en realidad un conjunto de casitas de madera a lo largo de la costa, donde viven los Vezos , una de las muchas etnias de Madagascar, pescadores seminómadas.

Utilizan piraguas con un patín y vela latina, normalmente fabricadas a base de telas recicladas cosidas entre sí. Algunas de estas velas, tienen un look tipo ‘Desigual’ muy curioso. No utilizan motor.



Un paseo por la playa hace reafirmarte en la convicción de que el dinero y las posesiones no lo es todo para alcanzar la felicidad. Pienso en los niños Europeos, que sin duda disponen de muchísimas más oportunidades y seguridad que en un pueblo de Madagascar… Pero en África, sonríen.



Nos hospedamos en Atlantis, sobre todo por disponer de un centro de buceo.



En Anakao hicimos un par de actividades interesantes. La primera, fue una inmersión cerca de la isla coralina de Nosy Ve.




El arrecife es muy bonito, pero no hay peces grandes. Se nota la presión ejercida por los pescadores de Anakao.

La otra, fue una excursión combinada a Nosy Ve, donde no hay mucho que ver, pero el viaje en piragua y el pescado fresco ayuda a que no nos arrepintamos de hacerla.

Justo después, salimos a ver ballenas jorobadas. La pericia del capitán (¿se llama capitán también si llevas el timón de una piragua con vela?) queda patente cuando utiliza las olas para pasar las someras aguas de la barrera de coral.

La estrategia es simple. Nos situamos en mitad del mar y esperamos que salga alguna ballena. Cuando vemos alguna, nos dirigimos ‘a toda máquina’ a ella. Cuando llegamos, el cetáceo ya ha desaparecido hace rato, por lo que hay que volver a empezar. En definitiva, una cuestión de suerte.
Regresamos a la playa navegando a vela.




El coste del avistamiento de ballenas y la visita a Nosy Ve, 80.000 A

Desde Anakao puede visitarse un Parque Nacional interesante, TSIMANAMPETSOTSE, si bien el transporte es en 4x4 y por tanto, algo caro.

TULEAR -RANOHIRA





El Parque Nacional de Isalo, se encuentra cerca de la ciudad de Ranohira. Desde Tulear, puede irse en Taxi Brousse, o bien tomar un Taxi. Optamos por esta segunda opción por razones de horarios (200.000A).

El viaje a Ranohira es muy intertesante, ya que pasamos del nivel del mar hasta la altura del altipalno, a unos 850m.

Paramos en una ciudad muy interesante, Ilakaka, famosa por sus Zafiros. Tiene un aire de poblado del Oeste, en la época de la fiebre del Oro. Por unos pocos ariaris, un tratante de gemas (Color Line) nos enseña cómo son las minas.




Se trata de minas a cielo abierto. Hacen una prospección lo suficientemente grande como para que entre una persona, y si detecta un sustrato susceptible de contener piedras preciosas, lo explotan.

De este lugar, hay tres cosas que nos llevamos en la memoria.



Los niños trabajando, el color curry del agua, y el que, pese a ser una de las minas de gemas más grandes del mundo, no vimos absolutamente ninguna maquinaria para explotarla. Sólo hombre, mujeres y niños.


PARQUE NACIONAL DE ISALO (RANOHIRA)





El adjetivo que mejor describe este parque es “variado”. El entorno es, aparentemente, seco. Sin embargo, el agua hace acto de presencia y, allí donde aparece, crea paisajes hermosísimos, que lo son más si cabe por el contraste que produce el entorno árido.



Existen varios recorridos, siendo el que lleva a la “Piscine Naturale” el más corto y concurrido. Nosotros hicimos uno algo más largo, que permite ver los diferentes paisajes y ecosistemas.

Son frecuentes los Pachypodium, una preciosa planta que recibe el nombre común de pata de elefante.



Tras tomar un picnic, nos introducimos en el valle, fértil y verde. Hay varios laguitos (más bien, pozas) de agua cristalina donde es posible bañarse… eso sí, el agua está helada. La Cascada de las Nimfas es preciosa, casi de cuento de hadas.



En cuanto a la fauna, vimos lémures de cola anillada y camaleones




RANOHIRA – AMBALAVAO




De Ranohira fuimos a Ambalavo en Taxi Brousse (unas 7h). Nos alojamos en el hotel Residence de Batsileo (40.000A).

Ambalavao es, ante todo, la puerta de entrada al Parque Nacional de Andringitra, el más ‘alpino’ de todos.

También se puede visitar la reseva de Anja, muy cercana a la ciudad y (según nos dijeron) vbien vale una visita.



Dentro de la ciudad destaca la fábrica de papel Antaimoro, y una gran Iglesia.

PARQUE NACIONAL DE ANDRINGITRA




Con sus más de 100 Km de senderos, paredes de hasta 800 m y un paisaje granítico espectacular, el Parque Nacional de Andringitra es uno de los ‘Highlights’ del país. Sólo hay un pero, y es que si has pasado muchos domingos escalando o caminando por la pedriza, la espectacularidad o sorpresa ante estos paisajes se ve muy mermada. Pese a ello, bien vale una visita, o mejor, un trek.



Contratamos un guía con JB TREKKING, agencia que desaconsejamos fervientemente. El recorrido elejido es el Imarivolanitra Trail, con la ascensión a la segunda cima del país, el Pico Boby (2658m). Las peripecias de este trek, y las razones por las que no recomendamos JB Treking, en el Blog APCABANA.



Nosotros hicimos ida y vuelta por el valle de Namoly. Esto conlleva la utilización de un 4x4 tanto a la ida como a la vuelta. La otra posibilidad (mucho más recomendable) es descender por el valle de Tsaranoro, que permite ver alguno de los paredones del parque y evitando también un segundo (y caro) viaje en todo terreno.

RANOMAFANA




Hemos aprendido varias cosas en este viaje relacionadas con desplazarse en Taxi Brousse. Se trata de una experiencia tan interesante como claustrofóbica. También que, pese al caos que aparentan las estaciones de Taxi Brousses, existe cierto orden y lógica. Y que nunca, jamás, salen si no han vendido hasta la última plaza.



Por ello, conviene verificar con el vendedor de billetes cuántas plazas ha colocado en el Taxi Brousse de turno, ya que, de otra manera, puedes tirarte horas esperando. Esto último lo aprendimos intentando tomar un Taxi Brousse de Fianarantsoa al Parque Nacional de Ranomafana, donde tras esperar más de 3 horas, decidimos ir en un R11 que se ofreció a llevarnos… porque el agente no vendía ni de casualidad.

El cambio de paisaje de Ambalavao a Ranomafana es tan rápido como radical. De una zona seca y desarbolada, se pasa a un bosque de lluvia húmedo y cerrado.



Acordamos con una guía una visita al parque, de unas 5 horas de duración. El plan es el siguiente: la guía nos acompaña por el camino principal mientras nos explica detalles del parque. Se comunica con un ‘spoter’ o avistador de fauna mediante silbidos. Cuando el spotter ve un animal (lémures, sobre todo), salimos del camino e intentamos verlo también. Además del avistamiento de los animales, se tiene el aliciente de tenerte que desplazar por mitad de la selva, pasando entre los árboles, raíces y ramas en un entorno bastante escarpado y escurridizo.





Vimos Milne – Edward’s Sifaka, Black & White Ruffed Lemur, Red Fronted Brown Lemur y Golden Bamboo Lemur.



En un pequeño merendemo, vismos una descarada mangosta y preciosos gekos.

Nos alojamos en una especie de albergue a la entrada del Parque, Rianata Gite (10.000A). Tuvimos la suerte de ver un par de mariposas enormes. En la foto puede verse junto a un móvil de pantalla generosamente grande.



Se trata de la Argema mittrei, o polilla cometa, una enorme y precisa mariposa nocturna.



Y la polilla emperador, que al volar hacía ‘flop-flop’ como si fuera un pájaro.

Por la noche, puede hacerse un ‘tour’ nocturno, para ver a las criaturas de la noche. Está prohibido entrar por la noche dentro del parque, así que el recorrido se desarrolla en un lugar muy poco glamuroso: la cuneta de la carretera.




Pese a ello pudimos ver al brown mouse lemour, un pequeñísimo lemúrido que tiene más aspecto de ratilla que de primate.



También vimos bastantes ranas y camaleones.



Comentar que estos recorridos nocturnos son muchas veces llevados a cabo por guías no profesionales (gente del pueblo) que, si bien son buenos avistadores (sin ellos es imposible ver nada), dejan mucho que desear en cuanto a explicaciones más allá de: “Aquí hay una ranita”

DE CAMINO A LOS TSINGY




Desde Ranomafana, fuimos en Taxi Brousse a Fianarantsoa, de allí a Antsirabe donde pasamos la noche (espectacular cena en “Pousse Pousse”).

A Morondava llegamos también en Taxi Brousse, pero esta vez tuvimos que fletar uno. Otro día de viaje, dormimos allí.

Para el trayecto Morondava – Bekopaka, es necesario ir en un 4x4. El nuestro nos salió muy barato (220.000 A por día, incluyendo conductor y resto de gastos). Lo cierto es que era un Patrol muy antiguo que nos dejaba tirado cada dos por tres. Pero, ¡Il n'y a pas de problème! un poco de insecticida en el filtro del aire, y, ¡Voile!

A pocos kilómetros de Morondava se encuentra la archifotografiada (y con motivo) Avenida de los Baobas. Se trata de un tramo de pista con unos impresionantes ejemplares.



El atardecer, según parece, es espectacular.

En Tsibihina hay un trasbordador que lleva a Belo Sur Tsiribihina.



Llegamos a Bekopaka, punto de entrada al parque a la caída de la noche. Nos alojamos en Tanankoay, unos bungalows muy simpáticos.

LOS GRAN TSINGY




Categorizado como Patrimonio Mundial de la Unesco, los Tsingy de Bemaraha son una auténtica extravagancia de la naturaleza. Literalmente, Tsingy significa en Malgache “lugar donde no se puede ir descalzo”. Y, efectivamente, los Tingy, se caracterizan por formar un intrincado laberinto de pináculos calizos afilados como cuchillas de afeitar. No invita a caminar descalzo…



Existen diferentes itinerario en los Gran Tsingy. Nosotro elegimos uno que, en realidad, era la suma de varios: Broadway, Ranotsara y Andamozavaky. Con el itinerario, aparte del guía, va incluido el alquiler de un viejísimo arnes Petzl y equipo de ferrata (sin disipador, claro), ya que hay nunerosos pasos de cable.

Llegamos al parque tras un buen trecho de coche. El guía nos indica que no señalemos con el dedo dentro del parque, ya que es un lugar sagrado para ellos. En su lugar, podemos señalar con la mano extendida o bien con el dedo doblado. De esta manera, apredimos que es prácticamente imposible sujetar el dedo y evitar señalar continuamente cada cosa que vemos.



Caminamos al principio por un bosque seco, donde no se tiene prespectiva del conjunto karstico
Vemos un Pygmeum kingfisher, y muchas Sifakas.



Al poco, entramos en el terreno mineral que da nombre y personalidad al Parque. Hay que utilizar el cable para progresar de forma segura por algún tramo  (nada difícil).



Hay instantes que son imposibles de olvidar. Para bien o para mal. Uno de ellos, (de los buenos) se produjo cuando me quedé un poco retrasado del resto para tomar fotos. Una familia de Sifakas, a pocos metros de distancia, utilizaban la roca donde me encontraba como trampolín para su desplazamiento arbóreo.

Resulta increíble la habilidad de estos primates para desplazarse, así como el color naranja intenso de sus ojos.






El recorrido es variadísimo, habiendo tramos de bosque, rocas… y cuevas.



Es un auténtico laberinto, donde se pasa de una cueva a un espacio abierto donde la vegetación surge de entre los pináculos calizos.



Uno de los tramos más entretenidos y espectaculares, es el puente que cruza entre dos rocas.
El recorrido nos llevó unas 6 horas.

LOS PEQUEÑOS TSINGY





Sin duda, habría sido preferible ver primero los Pequeños Tsingy, que, si bien no desmerecen, sí es cierto que no son, ni por asomo, tan espectaculares como los Gran Tsingy. Se encuentran junto al río Manambolo.

El recorrido es bastante laberítico, y se suele caminar por pequeños corredores que quedan entre los Tsingy

Algún árbol Vaza (el árbol del hombre blanco) sirve de excusa para recordarnos que el hombre blanco es muy débil y se pela con el sol como lo hace la corteza de este árbol.

Completamos el día con un paseo en piragua por el río Manambolo.




PARQUE MACIONAL KIRINDY





Al Parque Nacional Kirindy llegamos ya de noche. Es una zona muy llana de bosque seco caducifolio, donde el principal atractivo es poder ver al gran come-lemures, la fossa. En el estrecho camino que lleva de la “carretera” principal a la entrada del parque, ya se nos cruzó una.

Hay un campamento junto a la entrada al parque. Es cutrillo y algo caro (55.000A la cama en un dormitorio compartido). Pero aquí no hemos venido a dormir con lujos, hemos venido a ver bichos¡¡
Contratamos una excursión nocturna. A unos pocos kilómetros del campamento, nos detenemos y comenzamos a caminar por un bosque llano como la palma de la mano, en el que hay una cuadrícula de senderos codificados (es zona de estudio). Hay pies de baobab esparcidos por él, de muy buen tamaño.




Pudimos avistar Mouse Lemur, Fork-marked Lemur, Grey Mouse Lemur y Red Tailed Sportive Lemur, entre los mamíferos.



También (no sé cómo alcalzó a verlo), un Big Headed Geko y un Oustalet’s Chameleon.

No vimos fossas en el paseo. Sin embargo, al volver vimos un par de ellas en el campamento. Al día siguiente veríamos más, todas ellas merodeando en busca de comida. OJO, son agresivas, a un amigo le mordió la zapatilla…



Al día siguiente, regresamos a la misma zona. Todo es diferente a lo que vimos la noche pasada, parece que los animales se organizan por turno de noche o turno de día.

Vimos aves preciosas: Crested Coua, Guant Coequerel’s Coua, Madagascar Seops Owl y Paradise Flyeater.



En un momento dado, nos topamos con una familia de Red Fronted Lemur. Lejos de huir, bajaron de los árboles a curiosear.



En un primer momento, parecía como que estuviesen acostumbrados a que los turistas o los guías les alimenten. No es así, de hecho, está prohibido. Simplemente, curioseaban.




DE REGRESO A MORONDAVA



De regreso a Morondava, paramos a ver los ‘Baobabs amorosos’, cursi adjetivo que se da a unos baobabs que crecen entrelazados. Hay varios de estos baobabs, nosotros paramos en el ‘Campamentos de los Baobabs Amorosos’ donde lo más destacable fue sin embargo una Sifaka que nos miraba curiosa desde un árbol, hasta el punto de tocar mi GoPro.



Seguimos las indicaciones del mapa hacia un baobab sagrado. Un estrecho camino nos lleva a una zona lacustre donde dimos con uno de los lugares más fotogénicos que vimos en todo el viaje.
El patrol que llevamos se para (y esta vez, no hay insecticida que lo arranque) en la Avenida de los baobabs. Por cierto, que llevamos un Taxi Brousse remolcado desde hace rato, por lo que nos hace sentirnos culpables del retraso de los viajeros.



Resulta patente la solidaridad entre los conductores de esta zona del mundo. Además de reparar nuestro vehítulo, el conductor auxilia a otro que lleva a unos Australianos.

ANTSIRABE-ANDASIBE

Tomamos un Taxi Brousse rápido, que tarda unas 8h (40.000A). Antsirabe es la ciudad de los Pouss Pouss, gran parte de ellos tirados por personas.
El mercado de Asabots resulta un auténtico paraíso para el fotógrafo (bueno, en realidad todos los mercados lo son).

Sentimos mucho no ir a la fábrica de la famosa cerveza THB, la cual es visitable. Hicimos noche en la ciudad.

De camino a Andasibe, paramos en Ambatocampy, donde vimos el proceso de fabricación de una cacerola, de forma 100% manual. Merece la pena.



Otra parada que merece la pena, esta vez por aspectos culinarios, es Behenjy. En esta ciudad puede degustar el mejor Foie francés, a precios malgaches.

MISINTJO-ANDASIBE




Conocido con este nombre de manera popular, se trata de un conjunto de reservas situadas al Este de Tana: Misintjo, Mantadia y Andasibe propiamente dicha. Son ecosistemas de selva tropical, que por su altura, resulta ser fresca.



Es ésta la única zona del país donde nos hemos sentido más turistas que visitantes. La mayoría de los hoteles están ocupados, hay guiris por todas partes… menos en nuestro hotel (Les Orchidees, en la enfangada población de Andasibe).



Hacemos una visita nocturna a Misintjo. Hay un camino muy acondicionado, desde el cual se tiene opción a ver algunos habitantes típicos del entorno: Mouse Lemur, camaleones y bastantes ranas.
Una bióloga americana localiza un mimético geko. Que dios le conserve la vista.





Al día siguiente, vamos al parque de Andasibe. Famoso por ser el hogar del lémur no extinguido más grande la isla (y por tanto, del mundo). El Indri. Según una descripción muy acertada, tiene “el aspecto y tamaño de un niño de 4 años disfrazado de oso panda”.



Como de costumbre, podemos elegir entre varios itinerarios. Elegimos el “INDRI II”.
Vemos Bamboo Lemur y Diademed Sifakas, pero lo que realmente sorprende son los Indris; sus gritos, su tamaño y su curiosidad.



ANTANANARIVO






Poca gente, por no decir nadie, viaja hasta Madagascar para conocer su capital, Tana. Pero, ya que se está aquí, bien merece la pena una vuelta por sus lugares más destacados, y sobre todo, sus alrededores.



Además del ‘Walking Tour’ de la Lonely Planet, visitamos Rova d’Ambohimanga, que fue residencia real y es Patrimonio de la Humanidad.



No es el concepto Europeo de residencia Real (tiene poco parecido con Versalles) pero merece la pena su visita.



Realizamos un recorrido por los bosques cercanos, donde pueden verse unas curiosas puertas de piedra redondas que sellaban el acceso a la colina.



Ifly, situado en una de las colinas circundantes de Tana, es un edificio de madera con un museo en el interior. 



Por último, visitamos una granja de cocodrilos, cercana al aeropuerto. Merece mucho la pena, hay algunos ejemplares realmente grandes. 





Además, hay una zona de terrarios donde puede verse de cerca algunas de las especies que ya hemos visto, y otras nuevas para nosotros.






En resumen...



Madagascar ha resultado un país muy ‘suave’. Fácil de recorrer, con gente muy amable y cercana, seguro y sin ningún tipo de hostilidad (climática, sanitaria, social, cultural…). El vuelo resulta, inevitablemente, caro. Sin embargo la estancia es barata, especialmente si se utiliza el transporte público.



Un factor importante a tener en cuenta es el tamaño de la isla. Tiene 587.000 Km2 , con 1600 Km de Norte a sur y 500 de Esta a Oeste. De Madrid a Hamburgo hay 1.700 Km en línea recta... Por ello, hay que hacer una planificación realista en función del tiempo y presupuesto del que se dispone. Una forma rápida de viajar es en coche con conductor. Nosotros utilizamos este medio para algunos trayectos, y pagamos 30€/día + gasolina. Los datos son los siguientes:



MADAGASCAR LOC TOUR




Tel: +261348012868



Como siempre en estos casos, hay que dejar muy claro y por escrito los términos del acuerdo.


La otra forma de viajar es en Taxi Brousse. Muchísimo más económico, pero lento y muy, muy claustrofóbico. Quizás la combinación de ambas modalidades sea perfecto para la mayoría de los presupuestos y duración del viaje.



Revisando las notas que tomé durante el viaje, anotamos lo siguiente como ‘lo que más me ha gustado’
  • La fauna
  • Ser los únicos extranjeros en casi todos los lugares
  • La mezcla cultural  afro-asiática.
  • Lo barato que es y lo bien que se come.
  • Los baobabs y otras especies vegetales curiosas
  • La gestión que hacen los Malgaches de los parques y reservas.
  • El ambiente en los Taxi Brousse

Y dentro de lo que no nos gustó…

  • El vino Malgache.
  • La obsesión de convertir el paraíso en tierra quemada.
  • Andringitra. Teníamos altas expectativas en este parque, pero resultó increíblemente parecido a la Pedriza. Precioso, pero nos decepcionó.
  • La explotación infantil.
 Un par de consejos: La mejor guía con diferencia es la Bradt, la Lonely Planet sigue su tendencia decadente. Y no va nada mal llevar una guía de animales.

 
https://flic.kr/s/aHskriMpuP 

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