San Marino, el Santo que lleva su país en los brazos

La iconografía Cristiana, siempre me ha pareceido fascinante. Santos que conservan la mirada distante y piadosa, mientras unos malvados infieles les queman, despellejan o les asaetean sin piedad.



Mi favorita hasta ahora era Santa Lucía, sonriente mientras sostiene sus ojos en una bandeja de plata. O Santa Águeda de Catania, que mira al infinito mientras le extirpan los pechos con unas horripilantes tenazas.


Hasta que mis pasos se cruzaron con el que ahora es mi favorito. San Marino. Fue un albañil del Siglo III que se refugió en el Monte Titano huyendo de Diocleciano, y que, sin saberlo, fundó un país en miniatura, casi un chiste de país. Pero que pese a su tamaño, es la república más antigua del mundo que existe hoy en día. Y lo que más me gusta de este obrero (Croata, por cierto), es su representación iconográfica, con un pequeño país en los brazos, como si estuviera acunando un niño.


Por qué San Marino.



Básicamente por lo que mató al gato. Curiosidad. ¿Cómo sería un país tan minúsculo?. ¿Aportaría algo diferente a lo que le rodea?... Eso y que teníamos previsto ir a Verona.



Cosas que vimos.


San Marino tiene 61 Km2, y la mayor parte es escarpada. No hace falta ser un lince para deducir que se trata de un país-fortaleza. Y eso es lo que hay básicamente que ver aquí: sus torres defensivas, murallas y algún que otro edificio destacable. Ah, y un par de museos interesantes, que 61 Km2 dan para mucho¡.



Hay varios aparcamientos donde dejar el coche. Luego, toca que subir (más o menos, en función de cuál hayamos elegido) para entrar en la ciudad antigua. Me dio un poco sensación de estar en el Mte Sant Michel, versión laica y de tierra adentro.

Hay un pase que permite acceder a los lugares turísticos más relevantes, por 10,5€.
La Torre 2 alberga un museo de armas muy curioso, y se encuentra en plena cresta de la montaña. La Torre 3 no es visitable, por lo que no fuimos.


La Torre 1 es llamada también el Castello de Guaita, y en ella se alberga una muestra fotográfica. Al igual que las otras, es claramente defensiva.

Otros lugares para visitar son la Basilica de San Marino, el Palacio Público (alberga el Parlamento), el Museo di Stato y la Iglesia de San Francisco.

Y de propina…



Si hay algo que nos gusta de Italia, es que, vayas donde vayas, te encuentras con ciudades o pueblos de los cuales nunca habías oído hablar, pero que son preciosos y cuentan con un patrimonio histórico artístico muy destacable. Este viaje a San Marino tenía también como objetivo visitar Verona, de la cual haremos una entrada en este blog. Pero no tenía intención de nada más, y sin embargo descubrimos algunas ciudades interesantes:

Mántova o Mantúa.


Ciudad Lombarda que constituyó una agradable sorpresa. Especialmente, el pequeño Teatro Bibiena o el también curioso e interesante museo de los bomberos.



La Biblioteca Teresiana tiene alguna sala muy bella.

Y, como en toda ciudad Italiana que se preste, el Duomo.




Módena.


Famosa por el vinagre, el cual se vende como (y a precios de) oro líquido.



La plaza donde se alberga el Duomo es preciosa.


El estilo, es Románico.



Comacchio


Decidimos pasar por el Delta del Po. Sin embargo, lo único que percibimos fue un ambiente playero tipo Levante en agosto, el cual nos causó urticaria. Paramos a comer, casi al azar, en Comacchio.




Resultó una gratísima sorpresa, una pequeña ciudad con canales que nos pareció preciosa... y muy recomendable.

Un poco de Logística.


Volamos al aeropuerto ‘Lowcost’ de Bérgamo. Allí alquilamos el coche (por cierto, un Smart muy molón) bastante barato gracias a un acuerdo de La Mutua Madrileña.



Condujimos a San Marino, parando en Móntova y Módena. En San Marino dormimos en un Airbnb. Cenita estupenda en San Marino, en un restaurante de impresionantes vistas, Nido del Falco.


Vale la pena entrar a la ciudad antigua muy pronto, luego es inevitable toparse con tours del tipo ‘si hoy es martes esto es San Marino’.

De San Marino a Verona, fuimos por el Delta el Po, parando en Comacchio.

Desde Verona, ya de regreso a Bergamo, pasamos por el Lago de Garda. Es, objetivamente, muy bonito, pero las fechas quizás no fueron las más indicadas para disfrutar de él.


Según parece, Bérgamo tiene una bonita ciudad antigua, a la cual no atinamos a acceder en coche.

En resumen.


Merece la pena plantearse por qué la gente va en masa a lugares como Pisa o Siena (lo cual es absolutamente razonable), pero ignora otros que quizás no tienen tanto que ofrecer, pero que no por ello se les puede considerar como prescindibles. San Marino es uno de esos lugares, marginado habitualmente por los viajeros, pero que vale la pena, tanto por lo que en sí contiene como por lo que tienen los alrededores.

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