Kamchatka 2016


Todos los años, cuando se acerca el verano, muchos amigos, compañeros o familiares nos plantean la misma pregunta: “Y este año, ¿a dónde vais?"

“A Kamchatka, este año queremos ir a la península de Kamchatka”. Gran parte de los que nos preguntaron, desconocían por completo la existencia de tal lugar. Del grupo que sí había oído alguna vez esa extraña palabreja, la gran mayoría nos confesó que le sonaba por el Risk, el popular juego de mesa en el que Kamchatka era un lugar estratégico para invadir Alaska. Otros (menos), por la película “Kamchatka”, que en realidad no tiene nada que ver con la península del mismo nombre. 


Y muy pocos, sólo los que comparten con nosotros la pasión por viajar y por la naturaleza, conocían este lugar. Unas tierras de volcanes, osos y grandes extensiones despobladas.


Por qué Kamchatka?


Kamchatka abrió sus puertas a los civiles rusos en 1990, y a los extranjeros, dos años después. Entre la Segunda Guerra Mundial y la década de los 90, era un terreno enteramente vetado a todo aquel que no fuera militar. Es por tanto una zona muy poco explotada por el turismo, e irremediablemente, atractiva. Pero quizás ese sea un detalle casi sin importancia si miramos un mapa de la península.


Dos cadenas montañosas cruzan el territorio, de norte a sur, y si nos fijamos bien, tanto en el amplio valle que forman las montañas como desperdigados entre ellas, aparecen unas formas circulares, una suerte de acné geológico y que en realidad fue la principal causa por la que decidimos recorrer los 9.274 Km que separan Barcelona de Petroplavosk Kamchatki.


Y es que en Kamchatka hay 30 volcanes activos y un número mucho mayor de extintos. Alguno de ellos, sobrepasan la altura del Mont Blanc.

Donde no hay volcanes, hay bosque, muchísimo bosque. La península de Kamchatka es la mayor extensión forestal ininterrumpida que he tenido la suerte de visitar. Esto, así como lo despoblado que se encuentra, se aprecia especialmente bien desde el aire.


Y no sólo hay volcanes. Kamchatka es también famosa por la presencia de úrsidos. Según los censos, unos 22.000 según los censos, se trata de una subespecie del oso pardo (Ursus arctos beringianus) de tamaño bastante mayor que el que habita en Europa Occidental.

Cosas que vimos.


Eso de ‘ver’, es una forma de hablar. Siendo más precisos, podríamos referirnos a las cosas que sentimos, intuimos o imaginamos. Porque ver, lo que se dice ver con nuestros propios ojos, vimos mucho menos de lo que nos habría gustado.


El clima en esta zona del mundo no es especialmente benigno, como explicaré más adelante. Dejando a un lado este pequeño detalle, comentar que Kamchatka es un lugar al que se viene a disfrutar de sus enormes espacios abiertos, de esa excentricidad de la naturaleza que son los volcanes, y de la presencia de algunos animales a los que por aquí estamos poco acostumbrados a ver.


Las ascensiones a los volcanes las he recogido en el blog de montaña apcabana, por lo que aquí nos centraremos en otras actividades. No obstante, reseñaremos aquellos volcanes que ascendimos.

Volcanes


Plosky Tolbachik (3.085 m)



El Plosky Tolbachik (Tolbachik llano), está situado a unos 350 Km al Norte de Petropavlosk. Su hermano mayor, el Ostry Tolbachik (Tolbachik afilado), de 3.682 m es una montaña espectacular, pero que se resisitió a ser vista casi hasta el último momento.


A sólo 32 Km al NE del grupo Tolbachik, se encuentra el volcán más alto de la península, el gitantesco Klyuchevskaya Sopka (4,750 m). Desafortunadamente, no lo alcanzamos a ver.

Lo más destacable del Tolbachik, es el enorme campo de lava que se debe cruzar tanto para ir a su cumbre como para la de alguno de los conos que se formaron en la erupción de 1975.



Más impresionante aún que la vista de los Tolbachik, es la del también cercano cono del Malaya Udina, 10 Km al SE. Este volcán, sí que tiene aspecto de volcán.


Mutonvsky


Situado a 80 Km al sur de la capital, este volcán de 2.322 m es el más activo de los que vimos. No se asciende a su cumbre, sino a un sistema de cráteres y fumarolas más abajo.


Es un auténtico espectáculo de colores ocres, fumarolas, con el hielo azul de los glaciares al fondo.

Vale la pena acercarse a una cascada de camino al campamento.



Gorely


Cercano al Motonvsky, el Gorely (1.829 m) tiene un carácter totalmente diferente al de su hermano situado sólo 16 Km al SE. La áspera ascensión tiene la recompensa de un espectacular lago en su cráter.

Avacha


Por el nombre de Avacha es conocido un río, la bahía que da sentido a Petroplavosk y un bonito volcán.

El Avacha, de 2.741 m, es el más popular de los que ascendimos. En su base, hay montada una infraestructura que resulta comparativamente pesada si la comparamos con la del resto de volcanes.
Sólo 11 Km al NE, se encuentra el Koryaksky, una mole de 3.456 m que hace que el Avacha parezca un cerro sin importancia.


La ascensión al Avacha es larga y bastante dura, suponiendo un desnivel cercano a 2.000 m.

Ciudades


Como comenté anteriormente, no se concibe una visita a la península si no es para disfrutar de su entorno natural. Pero no sólo hay naturaleza, y en las poblaciones que visitamos también hay aspectos interesantes que hacen que valga la pena su visita.

Petropavlosk Kamchatski


Es la ciudad más importante y centro administrativo del Krai de Kamchatka. La ciudad fue fundada el 17 de octubre de 1740 en el lugar que ocupaba una aldea llamada Aushin. Durante la Segunda Expedición a Kamchatka (1733-1743) encabezada por los exploradores Vitus Bering y Alekséi Chírikov, y tomó el nombre de los dos barcos (Santo Apóstol Pedro y Santo Apóstol Pablo) que formaban la misma.


La bahía de Avacha, es un enclave estratégico, base de la flota rusa del Pacífico. Es una de las bahías más grandes del mundo y sin duda es la razón de ser de Petropavlosk.


Hay algunos museos interesantes, como el Kamchatka Regional Museum, que exhibe aspectos de la cultura, historia y naturaleza Kamchatka. El Military Historical Musum of Troops and Forces in the Northeast, es (sorpresa) un museo con efectos, maquetas y demás parafernalia militar. Si llueve, no es un mal sitio para pasar una hora.



Aprovechamos para dar un paseo por la costa, y ver la Deadly Battery, desde donde hay una bonita vista.





Esso


Esso se encuentra en un precioso y verde valle, 350 Km al Norte de Petropavlosk. Es el lugar donde más se percibe la presencia de los nativos de la penísula: Evens, Itelmeni y Koryak, siendo la primera de las comunidades la más numerosa en esta zona.



El Museo Etnográfico de Esso, el Bystrinsky contiene una interesante colección de más o menos lo indicado para el Museo Regional de Petroplavosk. Pero en el de Esso podemos encontrar la reconstrucción de varias construcciones utilizadas por los nativos Koryak y Evens. Definitivamente, la vida en Kamchatka en aquellos tiempos debía ser muy dura.


En Esso hay aguas termales, algunas de las cuales son públicas y gratuitas.


El pueblo en sí está constituido por casas de madera más o menos mantenidas y que suelen tener en el patio un gran patatal.


Milkovo


Ciudad de paso para ir al Norte, tiene un bonito museo donde nos explican con todo lujo de detalles lo mismo que comenté para el resto de museos.


Ostrog Wall es una especie de museo al aire libre, algo destartalado.

Kuri Lake


Situado en el extremo sur de la Península, forma parte de la Reserva Estatal de Kronotsky. Es el lugar donde hay que ir si se quiere asegurar el avistamientos de osos.


Un pequeño problema… No hay carreteras que lleguen hasta allí. A pequeños problemas, soluciones simples. Si no es posible ir por tierra, siempre puede llegarse por aire.




El negocio de los vuelos en helicóptero se ha disparado en los últimos años, al igual que sus precios. Aún así, y pese a algún otro aspecto que no nos gustó del viaje, podemos considerar que la visita a este lugar es imprescindible.

Vityaz Travel tiene el monopolio de los viajes a Kuri Lake y al Geiser Valley (lugar que no llegamos a visitar), entre otros. Dispone de una nutrida flota de MI8 un helicóptero militar soviético de transporte que con capacidad para 24 personas.



La excursión estándar al Kuri Lake, costó 36.000 Rublos (en ese momento, unos 500€). Es un pastón. Aquí hay que valorar muy bien cuánto deseamos realmente ir a Kuri Lake. Como explicaré después, hay algunas alternativas mucho más interesante para ver a estos tremendos animalitos.

El vuelo es espectacular, y permite hacernos una idea de cómo es realmente la península.


Tras 1h 20’, aterrizamos junto al lago. Al aproximarnos a él, se distinguen perfectamente en sus aguas los salmones rojos (Oncorhynchus nerka), así como los osos que los cazan.

Los Rusos han montado un buen ‘circo’ entorno al lago y sus habitantes. El pequeño campamento está rodeado por valla electrificada (como las que se ponen para el ganado), y rangers armados guían a los turistas hacia donde se encuentra la acción.


Todo ello, por supuesto, con el acompañamiento de un guía que explica los detalles del lago, osos y salmones. Los MI8 sólo vuelan en condiciones atmosféricas muy favorables, y eso no ocurre muy frecuentemente en Kamchatka. En consecuencia, hay muchísima gente en los días que sí se puede.

No he tenido la suerte de ver osos en la naturaleza hasta nuestra visita al Kuri Lake, pero, como todo el mundo, los he podido ver en el zoo. Pese a tratarse de los mismos animales, da la impresión de que sean de otra especie.


Los que están prisioneros en el zoo, son tristes caricaturas de los hermosos animales que tenemos delante, a muy pocos metros. Lo curioso es que somos ahora nosotros los que estamos enjaulados y ellos los que están en libertad.

Los primeros avistamientos son muy emocionantes.


Tras el consabido 'briefing', nos desplazamos a una barrera construida a mediados del siglo pasado y que sirve para censar a los salmones. Allí hay varios osos. Dos de ellos pescan, mientras dos cachorros dormitan en la orilla.


La técnica de pesca es digna de ver. Metidos en el agua, en una zona poco profunda, permanecen atentos a la llegada de un banco de salmones.


Cuando se acercan, introducen la cabeza en el agua para distinguir a sus presas. Y si uno se pone a su alcance, lo intenta atrapar saltando sobre él.

Uno de los osos está tan cerca que oímos perfectamente cómo mata a un salmón rompiéndole la espina dorsal justo tras la cabeza.


Primero comen la piel y las huevas. Si no caza ninguno más, vuelven a por los que tienen a medias y va comiendo el resto.


La estancia en el lago no dura más de una hora y media, y sabe a muy poco. Luego, vuelta al helicóptero.

Hacemos una parada junto al volcán Khodutka donde hay unas pozas de agua termal a una casi insoportable temperatura de 40ºC. El lugar está acondicionado con vestuarios y una pasarela para entrar al hirviente agua. Allí nos dieron una comida tipo la de los aviones. Eso sí, con un salmón exquisito.


Es muy conveniente bañarse siguiendo la orilla, más a la izquierda según se mira a las pozas. Allí el agua está a una temperatura bastante más humana.

El vuelo de regreso es, si cabe, más espectacular que el de ida, ya que unas nubes bajas obligan al piloto a ir casi en vuelo rasante. Veo a un turista austriaco dormitando junto a la ventanilla, mientras unas montañas espectaculares pasan a su lado sin que se inmute lo más mínimo. Me dan ganas de darle una colleja y preguntarle qué diablos le hace ilusión en la vida si semejante paisaje no le causa la más mínima emoción... Ni siquiera para mantenerle despierto.

Aterrizamos bien tarde, casi sin luz y con una sensación ambigua. Por un lado, la presencia tan cercana de esos animales que tanto hemos deseado ver, nos ha conmovido y sin duda serán uno de esos momentos difícilmente olvidables. Pero por otro, la sensación de estar inmersos en un “Package Tour”, donde se cronometra el tiempo que se debe estar en cada sitio, qué debes ver y qué no, y rodeado de decenas de personas haciendo fotos compulsivamente (tal y como yo hacía), nos dejó con una sensación rara. Una sensación de estar en el sitio adecuado, pero de la forma inadecuada.

Avacha Bay



Todos los tour operadores y agencias de Petropavlosk ofrecen un viaje en barco por la Bahía. A nosotros nos costó 5.000R, pero supongo que puede conseguirse por algo menos. Son unas 5h de travesía.

Ponemos rumbo a la bocana sur de la bahía donde hay una bonita roca con forma de huso.


Cada vez son más frecuentes las aves marinas, comenzándose a avistar los encantadores frailecillos.
Fuera de la protección de la bahía el mar se encabrita y el viaje se hace algo (no demasiado) más incómodo.


Vamos navegando junto a la costa, y la niebla más que afear, confiere  un ambiente misterioso y, por qué no, favorecedor.



Llegamos a una isla, situada al Sur de la Bahía donde parece que habitan todos los frailecillos del mundo. Pese a que la parada en las aguas cercanas a la isla está pensada para pescar (sí, pescar con caña), yo me dedico a la caza del frailecillo.


De vuelta, nos ofrecen para comer sopa de pestado y un impresionante King Crab.


Hay tres agujas rocosas que (supongo) son muy fotogénicas y muy bonitas pero que no vimos prácticamente debido a la espesa niebla. Se las conoce como “los tres hermanos”



El viaje por la bahía ha sido una gratísima sorpresa,  sobrepasando con creces las expectativas que teníamos.

Un poco de logística.


Kamchatka está muy, muy lejos. Y tampoco puede decirse que las comunicaciones hasta allí sean fáciles o baratas. Si se planifica con tiempo (con mucho tiempo) puede aspirarse a conseguir un vuelo directo Moscú – Petropavlosk a un precio razonable. Nosotros hicimos la reserva en enero, y era demasiado caro. Así que optamos por la opción más barata… en términos económicos, porque en lo que al tiempo se refiere fue una ruina. El trayecto hasta y desde Moscú lo hicimos con Vueling. El resto, con S7, una compañía local. Uno de los inconvenientes de viajar de esta manera es que los aviones son pequeños, pensados para vuelos cortos y por tanto, algo incómodos.
  • Moscu – Novosibrisk (4h)
  • Novosibrisk – Vladivostok (5h)
  • Vladivostok – Petropavlosk (3h)
El regreso lo hicimos por Khabarovsk en lugar de Vladivostok.


Viajar a Kamchatka de forma independiente es posible, pero muy poco útil. Si bien es factible llegar en transporte público hasta lugares tan lejanos como Esso, los lugares que representan el principal objetivo del viaje son inaccesibles en transporte público. De hecho, son inaccesibles a transportes convencionales.


La mayoría de las agencias, utilizan monstruosos camiones militares adaptados (4x4 ó 6x6) que permiten transitar casi por cualquier sitio. Nosotros atravesamos neveros y barrizales sin problema. Si bien hay muchas agencias que ofrecen diferentes recorridos, no hay muchas que estén orientadas al turista extranjero y sólo trabajan con locales.

En nuestro caso, elegimos “The Lost World Tours”, que también recibe el nombre de Kamchatka Travel. Esta agencia opera con, por ejemplo, Tierras Polares, y eso era en cierto modo una garantía. Nuestra decisión se vió también apoyada por la opinión de otros clientes que viajaron con ellos y cuya experiencia fue muy positiva.


En el camión viajábamos nosotros (5), dos alemanes, una suiza, dos daneses, un brasileño y un vasco. Por parte de la agencia, el conductor, cocinera, traductora y guía. El guía, Vitaly, es un Ruso enorme que resultó ser un gran profesional.


Merece la pena llevar ropa de lluvia de buena calidad, incluyendo pantalones impermeables y guetres. Pese a que las agencias suelen aconsejar capas de agua, no parece útil dadas las actividades que se realizan. No hace mucho frío, pero los volcanes son altos y expuestos al viento.

En el viaje están incluidas las comidas y entradas en museos, así como los hoteles. Si bien no puede decirse que sea barato, lo cierto es que es complicado gastar ni un solo Rublo de más durante el viaje por lo que puede considerarse que el coste de los aviones + agencia representará casi el total de nuestros gastos.


Los principales gastos fueron:
  • Agencia 1850€ (nos hicieron 150€ de descuento por ser 5)
  • Vuelos 935€
  • Kuri Lake 535€

Conclusiones


Ante la pregunta que nos han formulado a nuestro regreso: ¿Mereció la pena ir tan lejos?, la respuesta definitiva y categóricamente es que sí. Merece la pena, y mucho.

Cabría plantearse cuál es la mejor época para visitar Kamchatka. Según hemos averiguado allí, los meses de mayo y junio son bastante menos lluviosos. Sin embargo, existe el inconveniente de que hay mucha más nieve en las montañas.

A toro pasado, habría sido preferible. El tiempo que tuvimos fue francamente malo y llegó a resultar muy frustrante llegar al borde de un cráter tras superar 2.000 m de desnivel para no ver nada. Sin duda, la opción de junio parece mucho mejor.



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