El señor de la báscula.



Desde que tengo uso de razón, hay un mensaje que he escuchado ininterrumpidamente. Nuestros padres, hermanos, amigos, vecinos, profesores y la sociedad en general, nos ha machacado con la misma frase: para ser un hombre de provecho (en realidad querían decir: para sobrevivir) tienes que estudiar. 



Y es cierto.  A las personas que sólo han alcanzado a finalizar la educación primaria, se las denomina "analfabetos funcionales", y el destino de uno de estos parias, es destripar pollos en un matadero, deslomarse en las fábricas trabajando en aquellos turnos que nadie quiere,  o,  en el mejor de los casos, contribuir a que se genere una nueva burbuja colocando ladrillo sobre ladrillo. Los que ni siquiera tienen la formación mínima que les confiere la categoría de analfabeto funcional,  pasan a la de escoria.

Y a esto, lo llamamos primer mundo, el mundo desarrollado. El mundo en que todo el mundo quiere vivir.

La siguiente foto la hice en Khiva, Uzbekistán. 




Pero igualmente podría haber sido disparada en una calle de Perú, Myanmar o Malí. Este hombre se gana la vida con su báscula, pesando señoras preocupadas por el tamaño de sus nalgas, jóvenes coquetos que desconocen el significado de operación bikini, o gente que, simplemente, pasaba por allí. El señor de la báscula podría ser Doctor en Ingeniería Submolecular, no seré yo quien diga que no.  Pero, apuesto a que no lo es. Es más, me aventuraría a afirmar que no ha estudiado los 11 años que necesita un "escoria"  para pasar a ser un "analfabeto funcional". Y, ahí lo tenéis, con una sonrisa en la cara, regordete, y sobreviviendo gracias a su báscula.

A esto, lo llamamos tercer mundo, Países en desarrollo. Países escoria.

¿Qué pasaría si el señor de la báscula viniera a Europa a ejercer su oficio?. Independientemente de que aquí todos tenemos una báscula en el baño, y por tanto este hombre no ganaría ni un triste euro, el pobre debería solicitar un permiso al ayuntamiento, darse de alta como autónomo, disponer de un certificado de calibración del equipo de medida... Y si, finalmente, ningún funcionario prefiere denegar el permiso por "no meterse en líos" se arruinaría en poco tiempo.


Esta otra foto, la tomé en otra ciudad del mismo país,  Bukhara. 



Según parece, el inquilino del bajo, pensó que sería un buen negocio. Probablemente, observó que bajo su ventana había un flujo más que aceptable de viandantes, y que, además, muchos de ellos estarían hambrientos. Así que,  !voilà¡, un tejadillo de chapa, dos escalones y una selección de irresistibles chucherías que tentarían al más convencido de los peatones. No hace falta apuntar el calvario que pasaría este hombre si se le cruzaran los cables y quisiera expandir su franquicia por Europa. ¡¡ A la cárcel de cabeza !!

Hay muchos señores de la báscula y muchos vendedores de ventana (¿ventedores?) que se ganan la vida con pocos medios y mucho ingenio. Y si bien es cierto que el simple hecho de nacer en Occidente confiere una abultada lista de ventajas con respecto a los que nacen más al Sur, también lo es que nos limita unas cuantas cosas.


Este señor de la báscula lo encontramos en Moldavia, zona de Transdniester


"La aventura de viajar consiste en ser capaz de vivir como un evento extraordinario la vida cotidiana de otras gentes en parajes lejanos a tu hogar."

Javier Reverte, escritor, viajero y periodista 


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