Moldavia

A veces, nos burlamos de los norteamericanos por desconocer dónde se encuentra exactamente alguno delos países de nuestro entorno. Sin embargo, el desconocimiento que tenemos en Europa Occidental de nuestros vecinos más orientales llega a ser más sangrante. 



Porque hay países que apenas nos suenan, somos incapaces de recordar el nombre de su capital y desconocemos absolutamente todo de su historia, geografía e incluso lengua.



La curiosidad, y también los vuelos “low cost” son buenos aliados para visitar esos países que, honestamente, no nos suenan de casi nada. Moldavia es uno de ellos.


Demasiado pequeño para que sea relevante en cuanto a su tamaño (similar a Cataluña). Con una renta per cápita menor que India o Irak, y sin conflictos recientes que lo pongan de relieve internacionalmente, tiene todas las papeletas de permanecer en el olvido. Pero también para que se despierte nuestra curiosidad y no animemos a viajar hasta allí.

Por qué Moldavia?

Mentiría si dijera que hemos ido porque existían una serie de aspectos concretos que nos impulsó a viajar hasta Moldavia. Se trató más bien de curiosidad, combinada con la existencia de vuelos baratos.

Pero una vez comprados los billetes, e investigando lo que se puede hacer por allí, descubrimos algunos motivos que, de haberlos conocido anteriormente, nos habrían animado a viajar antes de lo que lo hemos hecho.


En primer lugar, Trandsniester, un anacrónico país no reconocido por nadie, pero que es una nación de facto. Mereció una entrada aparte en el blog.

En segundo lugar, el hecho de que sea uno de los países más desconocidos y visitados de Europa, garantizaba cierta originalidad y tranquilidad.


Y por último, el aspecto vinícola: Moldavia es un gran productor de vino, y sus bodegas son de las más célebres de esta parte del mundo.

Cosas que vimos.

Chisinau


La capital de Moldavia alberga algo más de 700.000 almas, y es una ciudad nueva: durante la Segunda Guerra Mundial sufrió un terremoto de 7,3 grados que destruyó una buena parte de la ciudad. Y de la que quedó, se encargó de destruirla otro terremoto, en este caso las tropas de Hitler.


Por tanto, la ciudad es, básicamente, nueva, y de estilo soviético. Amplias avenidas, donde es fácil imaginarse los desfiles militares, y un centro bien cuidado con algunos edificios notables. En general, nos parece mucho menos “cutre” de lo que habíamos imaginado.


La calle más importante es B-dul Stefan cel Mare. En ella se encuentra el parque de mismo nombre, y la catedral. El Arc de Triomphe es algo decepcionante. Justo entrente se encuentra el Government House, de estilo marcádamente soviético. A mi, me gusta...


El Organ Hall es un edificio de estilo francés donde se ofrecen conciertos de órgano.


Por 150 MDL (Leu Moldavo, 1€ = 22 MDL) asistimos un concierto interesante. Una de las piezas, “Scene pastorale” de Louis James Alfred Lefebure-Wely nos impresiona por la manera en que emula una tormenta con las notas más graves.

Soroca


Soroca es uno de los lugares más turísticos de Moldavia gracias a su espectacular fortaleza. Tomamos el bus, el cual sale de la estación Norte (algo retirada del centro). Se tarda unas dos horas y media. Una vez allí, se camina un buen rato a lo largo del río Dniester.


A la otra orilla, Ucrania. La fortaleza se encuentra a las orillas del río, y es un macizo baluarte circular con 5 torres.


En realidad es pequeña, lo cual potencia su aspecto robusto. No hay mucho más que ver en la ciudad, así que regresamos hacia Chisináu.... Haciendo una parada en el camino.

Orheiul Vechi


En Soroca, compramos el billete hasta el desvío de Ivancea. Allí nos deja el bus “en mitad de la nada”, con el ánimo de ir al fotogénico complejo eclesiástico de Orheiul Vechi, a 17 Km del cruce. Aplicamos el axioma del viajero “Dios proveerá”, y nos ponemos a esperar un bus que, a todas luces, no iba a pasar. Pero sí, al final gracias al Google Translator y un poco de buena voluntad Moldava, llegamos a nuestro destino.


Orheiul Vechi es uno de los lugares históricos más importante del país, y se encuentra ubicado en un farallón rocoso, lo cual es una excentricidad en un lugar tan plano como Moldavia.


Hay que caminar unos 15 mn desde la carretera hasta el monasterio. Hay una parte subterránea que data de hace cerca de 2000 años.


Para regresar, tomamos el último bus a Chisináu.

Cricova


No teníamos la más remota idea. Pero en Moldavia se encuentran las mayores bodegas del mundo. Y de entre todas ellas, Cricova, es la segunda en tamaño, después de Mileştii Mici.


Esta bodega ha sido el único sitio que hemos visitado en el que realmente te sientes turista, especialmente por el precio (unos 30€). Es muy fácil acceder tomando desde Chisináu el Bus Nº2. Las bodegas se encuentra junto al río.


Una amable guía nos indica que nos abriguemos…. Y la verdad es que hace falta; en las bodegas hay una temperatura de 12ºC que contrastan con los 25ºC exteriores.


El laberinto excavado de túneles y galerías alcanza 200 Km, de los cuales 120 están siendo explotados actualmente como bodega. Es necesario desplazarse en un trenecito, en el cual, definitivamente, no se pasa calor.


En su interior, aparte de botellas, hay varios comedores e incluso una sala de cine. Ah, y el vino no está nada mal.

Un poco de logística.


Volamos con Air Moldova a la ida y Wizz Air a la vuelta, 185€en total. En el avión, sólo viajamos nosotros y otra pareja de turistas… ¡Esto promete ¡


No hay guias de viajes especificamente dedicadas Moldavia. Nosotros viajamos con un capítulo de la Lonely Planet. Nos alojamos siempre en Chisináu, ya que el país es lo suficientemente pequeño, y la capital lo suficientemente centrada como para que no merezca mover el campamento. Un AirBnB precioso y super céntrico nos salió por 83€ las tres noches.


En Chisináu hay buenos y baratos restaurantes. Una cerveza cuesta aproximadamente 0,5€, y comer más que decentemente por 5€ es muy habitual. Para moverse fuera de la capital, lo más práctico es tomar Marsrutky, unas furgonetas de unas 12-20 plazas,cómodas y rápidas. Muchas, incluso con WiFi.


Los precios, en general, son muy bajos. Por ejemplo, Chisináu – Tiráspol cuesta 36,5 MDL, para un viaje de 2,5 horas. Visitar Transdniester es algo más delicado, conviene empollarse bien cómo entrar y salir del país.


El idioma oficial es el rumano, aunque se habla bastante el ruso. Es muy raro encontrar a nadie que hable Inglés. Lo bueno, es que los carteles e indicaciones en rumano son ‘entendibles’ si podemos imaginación suficiente. Imprescindible descargase el rumano en el Google Translator. Contabilizando todos los gastos, salimos a 370 € cada uno, (3 noches). Un lugar que nos habría gustado visitar es la región de Gagauzia, y su capital Comrat. Se trata de una zona plenamente autónoma y de gran influencia turca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario