SUDAFRICA: Blyde Canyon y Kruger National Park

 El Parque Nacional Kruger constituye la reserva de animales más importante del Sur de África. Con 18.989 km², se extiende 350 km de norte a sur y 60 km de este a oeste. Para hacernos una idea, tiene aproximadamente la misma extensión que la provincia de Cáceres. Además, como aperitivo pudimos visitar el Blyde Canyon y la famosa "Panorama Road".


Más cifras: El Parque Nacional Kruger cuenta con 147 especies de mamíferos, 507 de aves, 114 de reptiles, más de 49 de peces, 34 de anfibios, 227 de mariposas y 336 especies de árboles. Por supuesto, dentro de los mamíferos están los "big five".




Panorama Road y Blyde Canyon.

La salida del aeropuerto hacia la Panorama Road, es algo decepcionante: si bien la autopista supera todas las expectativas, el paisaje alrededor nuestro no resulta muy agradable. Además, la parte aparentemente más espectacular la pasamos de noche. Sí, a las pocas horas de llegar al país ya hemos roto la regla que nos hemos auto-impuesto de no conducir de noche. Solo alcanzamos a ver con luz una planicie interminable y yerma, con algunas minas esparcidas.

Los últimos kilómetros hasta Graskop son algo agónicos. El apartamento que hemos alquilado para pasar la noche “Rustique” está francamente bien, y el Sudáfricano que nos atiende es muy majo. Cenamos una barra de fuet que llevábamos y dormimos como troncos.

Con luz todo se ve más claro (y más bonito). Desayunamos en la recepción del complejo un desayuno impresionante, con muchas frutas. Nos ponemos en marcha hacia la famosa Panorama Road. Vamos siguiendo más o menos el recorrido de la Lonely Planet.

The Pinnacle es nuestra primera parada, Se trata de una especie de aguja caliza que surge de la ladera del valle. Hay que pagar la entrada que, al menos, da derecho a aparcar. Es la tónica general del resto de lugares a lo largo de la Panorama Road. 

El pedrusco en cuestión es chulo. Tiene bastante vegetación y es alto, unos 30 m. Pero lo más bonito es el lugar donde se encuentra, un valle muy encajonado de rocas calizas muy antiguas (tipo torcal).


 Damos una vuelta por la ladera de enfrente para tener otra perspectiva y regresamos muy contentos al coche tras nuestra primera visita turística al país. Esta parada tiene coste (50 RAR por persona)

La siguiente parada es God’s Windows. Lo mismo en Pinnacle, toca pagar entrada (lo mismo). La “ventana de Dios” propiamente dicha es una vista del valle a través de uno estrecho congosto que desemboca en él. Lo cierto es que, quizás por la luz, nos resultó muy decepcionante. 

No así el sendero que recorre un bosque de niebla precioso. Disfrutamos de esta especie de laurisilva africana, y vuelta al coche. Merece la pena parar por el bosque de niebla, la ventana no aporta nada en especial.

Wonder View, siguiente parada (gratis) no tiene nada especial, y las vistas son muy parecidas al de God’s Window. El mirador bastante está bastante sucio.

Lisbon Waterfalls. Tras pagar la consabida entrada, se ingresa en un escarpe rocoso enclavado en un entorno árido. Por él, se precipita una espectacular cascada de agua sorprendentemente cristalina. 

Desde la parte superior no puede apreciarse las dimensiones o belleza del salto de agua. Para ello, debe descender se por un empinado caminillo hasta el cauce del río y, posteriormente, remontar unos cientos de metros. Se llega as a un impresionante rincón con dos lagunas escalonadas, en las que se precipita la cascada. Es precioso.

Nos saltamos las Berlín Waterfalls por falta de tiempo y vamos directamente a los Bouke’s Luck Potholes. Aquí sí que hay mucha gente. La entrada es bastante cara, unos 10€ cada uno. En el parking un supuesto grupo folclórico formado por chicas, cantan y bailan repetitivamente la misma canción. Unos metros después se encuentra el museo, algo casposo pero digno.

Los “potholes” consiste en la confluencia de dos ríos que han labrado curiosas formas en la roca calcárea: cañones y agujeros redondos. El sitio en cuestión está bastante bien, y una serie de puentes permiten apreciar las extravagancias geológicas que han esculpido los ríos. Pero los trillones de personas restan encanto y dejándolo prácticamente a cero.

Algo espantados, continuamos la ruta hacia Lowveld Viewpoint. Se trata de un punto de vista excepcional del cañón donde realmente se puede apreciar toda su grandiosidad y belleza. Frente a nosotros, los Tres Revenants nos observan.

Three Rondavels, es otro viewpoint que mejora aún más la vista del anterior. Los meandros del río justo antes del embalse son espectaculares, y los Rondavels rematan la vista con sus formas similares a los de las Tres Sorores. Había monos muy monos.


Ya con poca luz enfilamos a Phalaborwa, donde tenemos el hotel. Para variar, incumplimos la premisa de no conducir as de noche y llegamos a la ciudad algo tarde. Vamos directamente a cenar a Buffalo Grill House, un restaurante fantástico, muy recomndeable.  Me como un filete de avestruz riquísimo. Es parecido a la ternera. El motel (no sé muy bien cómo llamarlo) se llama Mash G Villa Guest House, y no está mal pero hay bastantes mosquitos.

Nuestro primer día en el Kruger. De Phalaborwa Gate a Mopani Camp.

Nos levantamos temprano y no hay nada abierto en la ciudad. Al final compramos algo para comer y un café en el súper de una gasolinera, y desayunamos en su parking. Hay bastantes babuinos urbanitas que arrapan por todas partes, revolviendo en las basuras. A un señor de pocos recursos le compramos 3 tirachinas.

Entramos por fin al Kruger National Park. La puerta de acceso es muy chula y hay una tienda donde puedes comprar el libro del parque que detalla los puntos más interesantes. Tras cumplir con los tramites, nos internamos en el parque. Hay una estupenda carretera asfaltada. A unos pocos kilómetros nos encontramos con una manada de cebras que hacen los honores de ser el primer contacto peludo que tenemos en el parque. 

Nos parecen increíblemente hermosas, y el hecho de que se encuentren en libertad las hace radicalmente diferentes a las que hemos podido ver en el zoo.

La puerta por la que entramos, Phalaborwa Gate, queda más o menos en el centro del parque (tomado de norte a sur). En esta zona el paisaje es de sabana, pero una sabana con abundantes arbustos y arbolillos de unos 2 o 3 mts. Esto no facilita especialmente la búsqueda de fauna,

El plan que seguimos en el Kruger es simple: Nos desplazamos de un campamento al siguiente, guiados por la intuición de por dónde podremos encontrar más animales. Añadimos a eso los viewpoints que aparecen en el MapsMe y cruzamos los dedos para que la suerte nos acompañe.

Y no tardamos mucho en que eso ocurriera. A no muchos Km de la entrada, el coche de una agencia que se encuentra detenido nos indica unas rocas donde vemos, sólo por unos segundos, al esquivo leopardo. Poco dura nuestra ilusión ya que no hubo manera de recuperar el contacto con él. 

En algunos casos dejamos la carretera principal, perfectamente asfaltada, para transitar por pistas secundarias. En esta zona de denso matorral es complicado divisar la fauna hasta que no la tienes encima. Eso fue lo que precisamente nos pasó con el primer elefante, al cual vimos poco después de hacer una parada para aliviar la vejiga.

El aspecto que más condiciona la vida en esta zona del mundo es la presencia o ausencia de agua. Los desplazamientos de los animales se deben precisamente a eso. Por tanto, la presencia del líquido elemento propicia la congregación de animales de todo tipo.

Eso pudimos observarlo por primera vez al atravesar el Río Letaba. Una fauna, increíblemente variada, puede verse desde el puente: elefantes, impalas, cocodrilos e hipopótamos comparten un espacio que, de existir, sería muy parecido al Eden. 


Llegamos a Mopani Camp.  La puerta de acceso es preciosa y ya da idea de lo que vas a encontrar. El lugar es alucinante. Está situado junto al Río Tsendze, algo embalsado en esa zona. La terraza del restaurante se sitúa en la ladera de norte del valle que lo conforma, y desde ella se tiene una gran visibilidad de toda la zona. 

Manadas de impalas, cebras, facóqueros, elefantes, hipos y cocodrilos parecen convivir en perfecta paz y armonía. Comemos rápidamente ya que hemos contratado un tour nocturno para ese mismo día. 

Al tour sólo vamos Sindy la guía y conductora, una familia alemana y nosotros. La parte buena es que nos va explicando diferentes cosas de lo que vemos, y que su aguda vista localiza animales que ni de lejos habríamos podido ver. Como un búho (Bubo lacteus), casi invisible en la rama en la que se encontraba. 

Pasamos junto a un río donde un grupo de hipos esperaba pacientemente la llegada de la noche para salir a tierra y pastar.

Ya de noche, localizamos a algunas hienas, ayudados por unos focos que nos dan para ir buscando mientras continuamos el recorrido. Llegamos al campamento a las 19.30. Cenamos algo de embutido y a dormir.

El tour es un poco decepcionante ya que ya poca fauna y no sale de las carreteras asfaltadas

Mopani Camp - Tamboti Tented Camp

Como cada día nos despertamos pronto y salimos a buscar fauna aprovechando la mayor actividad (supuestamente) durante las primeras horas del día. 

Intentamos hacer un loop desde Lopani, pero viendo la velocidad que llevamos, decidimos desistir. Vimos, eso sí, una pequeña laguna con algo de vida.

Desayunamos en Mopani. Solemos salir pronto para luego hacer un Brunch, buenísimos, por cierto. Después del desayuno aprovechamos para hacer un corto sendero que desciende hasta el vallado del Camp (electrificado), y lo recorre luego por unos centenares de metros. Una elefanta y su cría están junto a la valla y nos hace señales in equivocas de que, pese a que entre humanos y cuadrúpedos medien unos cuantos voltios, mejor nos demos la vuelta.

Retomamos el camino hacia Letaba. Junto a un puente localizamos (nos lo chivaron otros visitantes) al primer león del viaje. Un macho dormita impasible pese a nuestra presencia. Lindo gatito.

Pasamos junto a unas pequeñas pozas o charcas artificiales que hacen la función de abrevadero. Hay unos cuantos elefantes y cebras. A lo lejos vemos como se aproxima un gran macho, y todos los elefantes (hembras con sus hijos) salen pitando, generando a su vez una estampida de cebras. Interesante. El macho bebe directamente del depósito de agua, cosa que sus congéneres no podrían hacer ni de lejos debido a la altura que tiene.

 El cruce con el Río Letaba, cerca del campamento del mismo nombre, es muy chulo. Podemos salir del coche y pasear a voluntad por el puente, ya que hay dos líneas amarillas que indican el espacio en el que se puede salir del coche y que los animales salvajes seguro no osan traspasar. 

Unos hipos están justo debajo de nosotros, en el rio, mientras otros toman el sol en la orilla. Algunos son rosados y recuerdan a los turistas alemanes gordinflones quemados por el sol.

 Por supuesto, están el resto de los actores habituales: impalas, cebras, cocodrilos, etc.

En un momento dado, vemos cómo un nutrido grupo de babuinos entra en escena, persiguiendo a un pequeño y veloz animal. Finalmente, consiguen atraparlo y podemos escuchar los gritos desesperados de la víctima, un conejo o liebre.


En el campamento de Letaba hay muchos monos “velvet monkey”, que no dudan en robar la comida a los turistas despistados. 

Tomamos la carretera H1 hacia Satara. El tiempo apremia, ya que el Tamboti Tented Camp (donde dormiremos) no tiene recepción y deben cogerse las llaves en Orpen Gate. Entre Satara y Orpen vemos mucha fauna desde la carretera, pero no podemos parar demasiado. Hay que decir que, a partir de Satara Camp, el ambiente del parque cambia radicalmente. 



Por una parte, la vegetación arbustiva y arbórea es mucho menos abundante, ganando espacio la sabana de gramíneas que todos tenemos en mente. Por otro lado, la afluencia de coches es muchísimo mayor. No es en ningún momento agobiante, pero la verdad es que, en ese sentido, la parte más al norte del parque es muchísimo más tranquila.

Llegamos con algún apuro a Orpen, donde podemos hacer, tras una desesperante espera en la cola, el check in para Tamboti. Tamboti es un camp curioso. Se trata de un conjunto de tiendas o carpas sobre una estructura de madera elevada. No son lujosas, pero si funcionales y relativamente cómodas.


En el exterior, no queda claro donde acaba y donde termina la valla perimetral, y, ya de noche, vemos muchísimos “ojillos” reluciendo a la luz del frontal. Bajo las cabañas vimos un par de ginetas.

Cenamos pan con embutido, en la terraza de una de las tiendas muy grande y apañada (todas tienen su parte de barbacoa, hoy hubiera sido un buen día para ello), acompañado de una rica cerveza local. La noche es muy fría, hay poco más de 0ºC. La pasamos con las dos mantas que había y el plumas sobre la cama.

Tamboti Tented Camp - Skukuza Camp

Regresamos sobre nuestros pasos hacia Satara. La primera parada es un pequeño museo o centro de interpretación, que era la antigua entrada al parque. Se llama Rebalais Hut, y se encuentra en la pista S106. Continuamos por la pista, y presenciamos una escena de caza fallida entre una comadreja o mustélido similar y un pajarillo que se libró por los pelos (por las plumas en este caso). Vimos también algunas avestruces.

Pero el highlight del día vino algo después. Paramos junto a un rebaño de impalas. Nos llamó la atención que todas permanecía erguidas y vigilantes, mirando en la misma dirección. Y no era para menos aquel revuelo, ya que, unos centenares de metros más arriba, caminaba un león macho.

La siguiente parada fue en Tshokwane, donde cientos de pajarillo iridiscentes (greater blue-eared starling, Lamprotornis chalybaeus) aprovechan cuanto dejan los turistas.


Paramos algo después en Orpen Dam Hide, donde desde un hide se obtiene una perspectiva espectacular de este lugar. No teníamos esperanzas de encontrar agua, ya que la mayoría de los ríos en esta época están secos. Un nutrido grupo de elefantes se baña y juega alegremente. Pasamos un rato estupendo viendo disfrutar a estos enormes animales.


En algunos lugares del parque, sin que haya ninguna protección ante los animales, es posible salir del coche para ver más de cerca algún paisaje o enclave. Este es el caso de Kruger Tablets, donde hay una placa conmemorativa sobre un bloque de granito. 

Un poco más adelante, paramos en Orpen Boulders.  Bajamos a ver otra laguna, N’watindlopfu Viewpint  y por una pista llegamos a Jones-Se Dam Viewpoint  donde pudimos ver como un sediento grupo de elefantes se abalanzaba al agua para beber y, ya de paso, chapotear un rato.


Llegamos finalmente a Skukuza Camp, un gigantesco campamento. Estamos alojados en tres bungalows. Salimos a cenar al restaurante que nos habían recomendado, “Kruger Station”, sin demasiadas esperanzas, ya que todo estaba oscuro y el camino hasta el restaurante no estaba muy definido 

El “Kruger Station” resultó ser un restaurante superguay que se encuentra en la antigua estación de tren. El lugar es digno de ver, con el andén y un tren antiguo transformado en comedor. Y la comida, no es para menos. Estupenda. Nos pimplamos entre todos una botella de vino blanco buenísimo.

Skukuza Camp - Berg En Dal

Salimos de Skukuza hacia el este, al campamento de Lower Sabie. Al poco nos encontramos en uno de los números viewpoints con un grupo de numerosos gibones que se calientan con los primeros rayos del sol. Parece que han pasado frío esta noche.

En una zona lacustre Sunset Dam, hay mucha animación (y coches). Un grupo bastante numeroso de hipos está en el agua, haciendo sus cosas de hipopótamo. Hay también algunos cocodrilos en la orilla, impalas, etc. La suerte es que salieron del agua unos cuantos, anduvieron unos cuantos metros y volvieron al agua. 


Llegamos a Lower Sabie, otro supercampamento, donde desayunamos estupendamente.  Quizás el mejor localizado para ver fauna. 

Algunos kilómetros después, en dirección a Crocodile Bridge Camp vemos unos coches parados. Ahí debe haber algo... Alguien dice: ‘Un leopardo!“.  Y, efectivamente, vemos unas patas tras la maleza, al otro lado de la carretera. Algo después, y a unos 10 m del coche, se asoma y se para a pensar si cruzar o no. 



Desafortunadamente, tampoco estoy en el lado adecuado del coche y solo puedo fotografiarle a través de la ventana. Veo que comienza a atravesar la carretera e inmediatamente me preparo, sacando la cabeza y parte del torso por la ventana. Calculo que el felino pasará unos 10 m por detrás del coche. Pero no es así, ya que cruza en diagonal y va a parar a nuestra furgoneta. Cuando supera el intermitente nos encontramos, leopardo y yo, a escasos 1,5 m, mirándonos fijamente. 

El pobre animal sale corriendo, mientras que yo me meto en el coche como alma que persigue el diablo. Es un susto (para ambos), y un toque de atención para tener más cuidado en el futuro.

Para evitar llegar hasta Crocodile Bridge, decidimos tomar la pista H5, hacia el oeste, que transcurre junto al antiguo trazado de la línea férrea (apenas queda el balasto).  Cogemos luego la L102 y otras combinaciones que nos dejan algunos kilómetros al norte de Jock Safari Lodge, en la H3. Continuamos al sur, ya por asfalto.



Poco antes de llegar a nuestro destino, Berg En Dal Camp, tomamos una pista, la S120 y S110. Cabe destacar de este largo último recorrido por pista un paso montañoso, que llama la atención entre tanta planicie. Ofrece buenas vistas desde la parte alta.

Berg En Dal es otro enorme campamento. Nos alojamos en un bungalow bastante grande y bien equipado. Compramos algo de comida en la tienda y, tras ver una proyección “a la fresca” sobre el parque, cenamos en casa.

Con ello damos por terminada esta primera etapa. Han sido bastantes kilómetros en coche, y muy pocos pasos caminados. Pese a no haber visto, ni de lejos, la totalidad del parque, sí que nos llevamos una idea bastante precisa de cómo es esta apasinante zona de África. Nos habría gustado ver el norte (aunque no sea la zona más fácil de cara a ver fauna), y también haber visitado algún campamento más.


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