La acogedora Persia

Supongo que tiene su mérito. Conseguir que una enorme parte de la población tenga la misma imagen de un país al que no han visitado, es un notable ejercicio de lavado de cerebro colectivo (*).




Y no sólo fueron aquellos a los no que no les interesa lo más mínimo viajar los que nos advirtieron de los peligros de visitar Irán. También alguno a los que les gusta ir “a esos países raros” pusieron el grito en el cielo: ¿¿A Irán? ¿¿Pero estáis locos??



Nuestra respuesta, normalmente eran otras preguntas: ¿Te suena alguna noticia sobre atentados en Teherán? ¿Cuántos occidentales han sido secuestrados o asesinados últimamente en el país? ¿Y en Europa? Sin duda, los gurús del miedo colectivo han hecho un trabajo magistral. Todos temen a Irán, pero nadie sabe por qué.


*Comencé a escribir esta entrada al blog justo al regresar de Irán. En junio de 2017, poco después de llegar, 17 personas fueron asesinadas en una cadenas de atentados en Teherán. Nos hemos planteado si debíamos cambiar o no la introducción que habíamos redactado, y finalmente hemos decidido que no lo haríamos. En parte porque (hasta ese momento) el terrorismo es algo prácticamente inexistente en Irán, y puede considerarse, por tanto, un hecho aislado. Pero sobre todo, porque no es admisible que una panda de chiflados consigan, incluso, que cambiemos nuestro querido blog. Por tanto, todo queda como se escribió en mayo de 2017.




Por qué Irán?


Persia. Creo que esa palabra responde, sin más,  la razón por la que es necesario  viajar hasta allí. El legado histórico y artístico que existe en Persia es por sí misma una causa más que suficiente. Pero hay otras razones de peso que en el caso de Irán juegan un papel relevante.



En nuestra opinión, existen unos pocos factores que son determinantes a la hora de elegir  el destino. Según los países, esos "factores clave" tienen un peso o relevancia mayor o menor, y son, en definitiva lo que nos anima a ir a un lugar u otro y determina también el "tipo"de viaje. Haciendo un ejercicio de síntesis, podríamos reducirlos en tres: Arte/historia, naturaleza/montaña y gente. En el caso de Irán, no me atrevería a anteponer el arte y la historia a la gente, al contacto con los Iraníes. Y es que, esta parte, la antropológica, es quizás la más interesante de todas ellas.


Y desgraciadamente, desaparecerá rápidamente. Hasta hace poco, Irán era destino de dos tipos de turistas: El viajero independiente, y los grupos de agencias “alternativas”. En cualquiera de los dos casos, se trataría de personas interesadas en la cultura y en entender el lugar que visitan.


Sin embargo, en los últimos años, las agencias de viajes más convencionales han descubierto el potencial de Persia: un toque de exotismo, precios baratos y seguridad total. Así que ahora es irritantemente frecuente encontrarse con hordas de turistas en autocares, que no están para nada interesados en la cultura del país, ni en nada diferente que echarse unas risas y hacer selfies delante de cada monumento. Por tanto, la curiosidad, hospitalidad y simpatía de la  que hemos disfrutado sea, en poco tiempo, cosa del pasado.

Cómo lo organizamos?


Irán es un enorme país. Tiene 1,65 millones de Km2 , el triple que España. Por tanto, salvo que dispongamos de mucho tiempo, hay que centrarse en una zona del país. En nuestro caso (y en la de la mayoría de  los viajeros que vitan Irán por primera vez) optamos por recorrer el eje Teherán – Shiraz. Una buena idea es volar de Teherán a Shiraz, y regresar a Teherán por tierra.


Nuestro itinerario fue el siguiente:

  • D1 Teherán - Shiraz
  • D2 Shiraz
  • D3 Shiraz - Persepolis - Pasargadae - Abarkuh - Yazd
  • D4 Yazd
  • D5 Alrededores de Yazd: Kharanaq, Chak Chak, Meybod, Saryadz, Zein o Dein, Fahraj
  • D6 Isfahan
  • D7 Isfahan
  • D8 Isfahan - Abyaneh - Kashan
  • D9 Kashan - Qom - Teherán
  • D10 Teherán

La opción de ir en viaje organizado la desaconsejamos en (prácticamente) todos los países. En este caso en concreto, ir en un viaje organizado o con un grupo numeros (digamos, más de 4) haría que la visita perdiera una buena parte del sentido, o al menos, de la gracia.


Al final del blog, se comentan en más detalle la logística y otros datos que son útiles antes de partir.

Cosas que vimos.





Shiraz


El principal ‘hightlight’ de la ciudad es la preciosa mezquita de Masjed-E Nasir-Al Molk, de finales del S XIX. Como el nombre resulta poco friendly, la han apodado “Pink Mosque”. Sí, pink, horroroso apodo tanto para una pantera como para una mezquita. Este templo tiene la misma estructura que otras muchas en la zona: Un patio central con su estanque y un iwan con muqarnas en cada extremo.


Lo que hace realmente peculiar y espectacular no es su bonita planta, sino los juegos de luz que se producen en el interior de la Sala de Oración de Invierno.


En esta sala alfombrada de techos bajos, se alinean unas columnas color marfil, bellamente esculpidas. Con el sol de la mañana, las vidrieras que ocupan la pared que da al patio producen una locura policromática en el interior, donde no sabremos qué está realmente pintado y qué es fruto de este milagro que se produce cada mañana.


Es MUY recomendable estar a primerísima hora de la mañana, incluso antes de que abran. Así tendremos alguna oportunidad de no presenciar el lamentable espectáculo de cientos de turistas haciéndose selfies compulsivamente.

Sayed Aladdin Hosseini, sin embargo, está fuera del itinerario de los tours y tendremos la sensación de estar en un lugar de culto… Bueno, más o menos, como luego contaré.


Somos acompañados por sendos guías, ya que debemos entrar a recintos separados por sexos. Son extremadamente amables, hablan un inglés excelente y hacen nuestra visita muy productiva.

El interior resulta chocante, al menos para nosotros. Techos, paredes, arcos, columnas… todo prácticamente está cubierto de pequeñas teselas de espejo, provocando un efecto “Fiebre del sábado noche” totalmente fuera de lugar.


La siguiente visita es la Mezquita Jame Atiq. Llama la atención la presencia de un templo en el interior de su patio central.


Casi puerta con puerta, el enorme mausoleo Shah Cheragh es un lugar ideal para deambular, hacer fotos a los fieles y al precioso patio por el que deambulan o dormitan.


Como en otras ocasiones, nos acompaña un simpático guía que incluso nos cuela en el interior del mausoleo (cosa que teóricamente no está permitido).


Los baños Vakil son otra visita recomendable. Algunas figuras de cera un poco carcomidas desentonan en un entorno tan bello.


Cuatro grandes torres cilíndricas (una visiblemente inclinada) y un gran muro de ladrillo entre ellas limita la ciudadela de Arg-e Karim Khan. Nos recuerda un poco a Bukhara (Uzbekistan).


Entre los números Patrimonios de la Humanidad de la Unesco, se encuentran 9 Jardines Persas, debido a que “estos jardines ejemplifican la diversidad del arte paisajístico persa que supo evolucionar y adaptarse a condiciones climáticas diferentes, conservando siempre sus principios fundamentales”.


Uno de estos jardines, es el de Bagh-e-Eram, lugar de paseo para los vecinos de Shiraz y que alberga en su interior un coqueto palacio, sin duda inspirado en las modas europeas de la época.

Dicen que cada casa Iraní contiene dos libros: uno, es el Corán. El segundo de ellos (y no necesariamente por este orden), sería algún libro del poeta Hazef.


Aramgah-e Hafez es el mausoleo donde descansan sus restos, y un lugar de peregrinación (más o menos laica) para los Iraníes.


Coincidimos con unas sesiones de lectura colectiva. Muy interesante.

El último monumento que visitamos fue Imamzadeh-ye Ali Ebn-e Hamze, otro mausoleo importante donde, esta vez sí, podemos visitar su interior sin problemas.


Persépolis


Cuando se visita Nueva York, se tiene una extraña sensación: Todo resulta familiar, aunque nunca se haya estado allí. La misma sensación tuvimos en Persépolis, pero no por las pelis sino porque en todos y cada uno de los libros de historia que hemos tenido, desde 1º de primaria, aparecían irremediablemente las espectaculares figuras de hombres-toro alados.


Tras haber continuado la obra de Ciro II en Pasargadae, y paralelamente a los importantes trabajos de construcción emprendidos en Susa, Darío I decidió establecer una nueva capital en esta árida y montañosa zona de Persia.


Persépolis representó una de las ciudades más poderosas y ricas de la zona. Testigo de ello son sus columnas, puertas y escalinatas.


Destacan los bajorrelieves, de inspiración egipcia y asiria.

La Puerta de las Naciones era la entrada occidental, guardada por dos toros colosales de 5,5 m de alto y es de inspiración asiria.


En la escalera Este, están representados emisarios de diferentes pueblos que transportan sus ofrendas al Rey: Etíopes, árabes, somalíes, partos, egipcios, asirios… todos ellos pueden ser identificados por sus atuendos y los enseres que transportan.


La enigmática  escritura cuneiforme es visible en muchos de los muros que componen la ciudad.



Naqsh e- Rajab y Naqsh e-Rostam

Estos dos sitios arqueológicos son cercanos a Persépolis.


Rajab es un bajorrelieve, situado en una cavidad a unos 3 Km de Persépolis. Merece la pena porque está de paso.


Naqsh e-Rostam, situado a 12 Km de Persépolis es una necrópolis esculpida en unas paredes rocosas.
En la pared principal hay 4 tumbas aquémidas,  una de ellas sería la de Darío I.

Todas las tumbas fueron saqueadas (junto con Persépolis) por las huestes de Alejandro Magno.

Pasargadae


Fue la primera capital del Imperio Aquemida, en tiempos de Ciro el Grande. Está a unos 100 Km al norte de Shiraz, al pie de los Montes Zagros.

La tumba de Ciro representa la pieza más importante del complejo arqueológico. El complejo abarca un área muy amplia y  puede ser conveniente tomar un bus interno para evitar la solanera. Interesante e importante históricamente hablando, resulta mucho menos espectacular que Persepolis.

Abarkuh

De camino a Yazd, esta ciudad bien vale una parada para ver el curioso depósito de hielo.


Un ciprés de 4000 años (mira que lo dudo) es el otro Highlight de la ciudad.

Yazd


Yazd, la ciudad  del desierto, del barro, de las chimeneas  y del antiquísimo culto zoroástrico, es de visita obligada. No sólo por sus casas de adobe y su situación junto a los montes Zagros, sino también por ser un perfecto campo base de cara a visitar lugares cercanos.


Nos sorprendió bastante que, pese a ser bastante menor que Shiraz, está bastante más focalizada en el turismo.


Entre los lugares de visita más populares están algunas casas tradicionales, como Khan-e Lari, con reminiscencias palaciegas europeas.


Las chimeneas de refrigeración son una constante en toda la ciudad. Este primitivo sistema de aire acondicionado permite recoger cualquier brisa, por pequeña que sea, refrigerarla y distribuirla por el interior de la casa.

Kushknoo es un molino de agua patrimonio de la humanidad. Nos resultó bastante extraño que en el interior de una ciudad, que está en mitad del desierto, existiera  un molino de agua. Pero lo que nos desconcertó totalmente fue que para visitar el molino hubiera que bajar unas largas escaleras, bien hundidas en el subsuelo de Yazd.


Concretamente, hasta un acueducto subterráneo, de más de 80 Km de longitud que, además de abastecer de agua, era usado para moler cereal.

La Mezquita de los Viernes (Masjed-e Jameh), es una joya Azarí del S XII, construida sobre un anterior Templo de Fuego zoroástrico. Su exterior está rematado con teselas azules, y tiene un aspecto muy alargado, con dos minaretes de 48 m de altura.


El centro neurálgico de la ciudad es el complejo Amir Chakmaq. Antecedido por un bonito estanque, contiene una mezquita, un caravanserai y unos baños, entre otros.


En las afueras de la ciudad podemos retroceder a los tiempos en que se adoraba a Zaratustra en la Torre del Silencio de Yazd (Dakhmeh-ye Zartoshtiyun). Se trataba del lugar donde los seguidores de esta religión dejaban los cuerpos para que fueran devorados por los buitres, ya que no les era permitido ser enterrados directamente en el terreno.


Para los Zoroastrianos, existen 4 elementos: tierra, agua, aire y fuego, todos ellos sagrados. Así mismo, consideran los cadáveres como impuros, de forma que no deberían mezclarse con ninguno de los elementos sagrados. Los buitres solucionan este conflicto al ‘reciclar’ los muertos en comida.
Aunque no hay gran cosa que ver allí arriba, la visita merece la pena.


Una de las experiencias más interesantes del viaje fue asistir a un entrenamiento de Zurkhaneh, una especie de gimnasia mística a la que hemos dedicado una entrada independiente en el blog


Existen varios enclaves en torno a la ciudad que bien merecen una visita. Nosotros fuimos en un taxi, pensamos que es la mejor opción si queremos hacer un recorrido a nuestro gusto y sin tener que ir ‘emborregados’ en un tour.

Kharanaq


Esta ciudad fantasmagórica data de hace algo más de 1000 años. Está abandonada y en ruinas , y es precisamente eso lo que le otorgue un carácter muy especial.


Existe un Caravanaserai, pero lo que realmente mola es pasear y perderse por sus mil recovecos, sin olvidar mirar dos veces donde ponemos el pie (todo está que se cae)

Chak Chak



El viaje desde Kharanaq a Chak Chak es espectacular. Áridas y agrestes montañas nos acompañarán hasta este Templo de Fuego Zoroástrico.


Situado en una escarpada montaña, es interesante tanto por conocer algo más de esta religión como por el lugar donde se encuentra.

Meybod


En la ciudad de Meybod se encuentra el Castillo Narin, una fortaleza de barro bastante bien conservada para la antigüedad que tiene  (2000 años)


En la ciudad también hay un depósito de hielo (no merece la pena entrar) y una antigua oficina de correos (entramos porque regateamos y nos salió barato).

Saryazd


Esta impresionante ciudadela fortificada servía como banco o depósito de enseres valiosos. Defendido por dos muros concéntricos, el interior es un laberinto de pequeñas salas (480) situadas en varios niveles.

Zein-o-Dein


Este Caravanaserai muy remodelado sirve hoy como hotel, para aquellos que quieren sentirse como los comerciantes de hace muchos, muchos años.

Según parece, dan clases de astronomía desde su techo.

Fahraj



Apurando ya el día, vamos a esta ciudad donde se encuentra una de las Mezquitas más antiguas de Irán: Masjed-e Jameh

Isfahan


Isfahan es una de esas ciudades cuyo nombre nos seduce antes de saber qué alberga. En este caso, cuando paseamos por sus calles o entramos en sus monumentos, la atracción se transforma en un enamoramiento total.


El corazón de la ciudad es la preciosa plaza de Naqsh-e Jahan Imam. En ella se encuentran los monumentos y puntos de interés más relevantes, armoniosamente situados entorno a su estanque central. Sin duda, la Unesco estuvo más que acertada al incluirla en su catálogo de lugares patrimonio de la humanidad.


La entrada la hicimos por la puerta situada al Norte, desde el Gran Bazar, siempre animado e interesante. Y a diferencia de otros lugares (léase Marruecos o Egipto), uno no se siente un ‘euro com patas’.

La Mezquita Masjed-e Shah, en tonos turquesa, está justo al otro lado de la plaza. A nuestra derecha, el Palacio Kakh-e Ali Qapu, y a la izquierda, la perla de la plaza: la Mezquita Masjed-e Sheikh Lotfollah.


Es primera hora de la mañana, y somos de los primeros entrar en Masjed-e Sheikh Lotfollah, una pieza maestra de la arquitectura islámica (S XVII)


Un pasillo en ángulo (para orientar la sala a la Meca) ricamente ornamentado nos dirige a una sala con una espectacular cúpula.

Los guías se esfuerzan en enseñar el curioso efecto óptico por el que algo parecido a un pavo real, situado justo en el ábside, proyecta su cola por el interior de la bóveda.


Sin embargo, a nosotros nos parece mucho más interesante ver cómo los arquitectos de la época resolvieron el problema de la transición de una planta circular (base de la cúpula) a una cuadrada (la sala) mediante divisiones intermedias.

Al contrario de otras Mezquitas, carece de minaretes o estanque.


El Palacio Kakh-e Ali Qapu se encuentra justo frente a Masjed-e Sheikh Lotfollah y destaca por la terraza y su alta techumbre.


Consta de 7 plantas. En la sexta está la sala de música, de bajos techos ricamente decorada con motivos musicales.

En la terraza podemos hacer buenas fotos a la gente que pasea o descansa en la plaza.


Masjed-e Shah, en el extremo Sur, fue la obra maestra de la remodelación realizada en Isfahan por el Shah Abbas, en 1598.

El corte es del todo clásico, con un Iwan central flanqueado de dos minaretes y un patio interior con estanque.


Ya fuera de la plaza, el Palacio Kakh-e Chehel Sotoum bien merece una visita, tanto por el palacio en sí como por los jardines que le rodean.


En el interior, lo más destacable son los frescos, que nos recordarán irremediablemente a los que aparecen en las miniaturas tan populares en Isfahan.


Resulta interesante acercarse al barrio armenio, donde hay algunas iglesias y catedrales, como la de Vank.


Es un curioso estilo, donde encontramos influencias decorativas persas (como los frecuentes azulejos azules) y cristianas.


Masjed-e Jameh, la Gran Mezquita de Isfahan, es también la más antigua y una de las mayores del país.

Dispone de 4 Iwan, y en ella podemos observar zonas de una gran antigüedad y otras bastante más modernas.

Un sábado en Isfahan


El sábado (que es equivalente a nuestro domingo), lo dedicamos a pasear por las orillas del río Zayanderud, y a ver sus bonitos puentes. Pero no fue esto lo que realmente buscábamos, o al menos, no fue lo que encontramos.


El paseo entorno al río, representa un lugar de esparcimiento y recreo para los vecinos de Isfahan, y en él pudimos ver cómo disfrutan de su tiempo libre las familias iraníes.


Los jardines y casi cualquier rincón que lo permitiera era utilizado como improvisado picnic. Y, como no podía ser de otra manera, muchas de esas familias entablaron conversación y nos llegaban a invitar a un té y lo que tuvieran a mano.


En definitiva, esta inmersión en la cotidianidad iraní fue una preciosa experiencia, más que recomendable.

Abyaneh


De camino a Kashan, puede ser una buena idea parar en este pueblo situado en los montes Zagros.
Sus características casas de tonos rojizos, las ropas de las mujeres y el peculiar idioma pahlavi, la lengua del Imperio sasánida, hacen que sea un punto de parada frecuente para turistas.


Tuvimos la suerte de evitar las hordas (porque, sí, es muy turístico) ya que llegamos muy temprano.
Quizás teníamos muy altas expectativas, pero el pueblo no nos pareció ‘para tanto’.

Kashan


Supuestamente, una de las ciudades ininterrumpidamente habitadas más antiguas del mundo, Kashan bien merece un día de estancia.


Masjed-e Agha Borzog es una Mezquita-Madrasah del S XVIII, en la que el patio se encuentra por debajo del nivel del resto del complejo.


El principal motivo de visita a Kashan, son las casas de gente acomodada del S XIX. Estos edificios históricos tienen una estructura muy parecida, con diferentes patios interiores (y sus respectivos estanques), y habitaciones ricamente decoradas.


Alguna de las casas han sido reconvertidas en hoteles o restaurantes (o ambas cosas), como la Abassi o Saraye Ameriha. En esta última, cenamos estupendamente, en una espectacular sala, a un precio relativamente económico.


Los baños Hammam-e Sultan Mir Ahmad son un espectacular ejemplo de los baños iraníes.

Qom


Lo cierto es que teníamos reparos en visitar Qom, la segunda ciudad más sagrada del país, después de Mashhad. No por “lo que pudiera pasarnos”, sino que, por ignorancia, pudiéramos generar situaciones incómodas en los fieles y peregrinos.


Para mitigar esa posibilidad, contratamos los servicios de una iraní para transportarnos de Qom a Teherán, con parada en Qom. Además, haría de ‘consejera’ en asuntos religiosos.


Hazrat-e Masumeh es el mausoleo de Fatima Masumeh, hermana del octavo Imam (Reza) e hija del séptimo. Se trata de un personaje muy venerado por los chiítas de todo el mundo.

Para los extranjeros, es necesario estar acompañado de un guía oficial. En nuestro caso, nos ilustró en detalle sobre el lugar y su significado.


En todo el recinto se respira un gran fervor religioso. Varios grupos de gente aparecen con cuerpos amortajados, en una última visita a este sagrado lugar.

Nuestro guía ‘cuela’ a las chicas en el interior del mausoleo (teóricamente, está prohibido a extranjeros). Todas las mujeres se afanan por tocar la tumba donde yace Fatima Masumeh.

Teherán


Si ahora, varios meses después de nuestro regreso, dijera lo primero que se me viene a la cabeza de Teherán, sería algo así: limpio, caótico, motos corriendo por las aceras, montañas en las afueras.

Habitualmente, Teherán es tan solo el lugar de paso inevitable para entrar o salir del país, pero esta megalópolis de más de 8 millones de habitantes, representa algo más que un mero lugar de tránsito.


Existen algunos monumentos y rincones destacables, pero es su ubicación, al pie de los montes Alborz y el pulso de sus calles lo que le hacen tan atractivo.

Los montes Alborz



“Tehran" viene de las palabras persas Tah, que significa «final» o «fondo», y Ran, que significa «ladera de una montaña», literalmente, «final de la ladera de la montaña».  Pocas ciudades tienen un nombre tan afortunado, porque Teherán nace donde acaban las montañas.


Nos habría gustado disponer de tiempo suficiente para dar un tiento al Damavand, una mole de 5.610 m de altitud que es fácilmente accesible desde la capital persa.


Nos conformamos con una excursión junto al Telecabina de Tochal, al cual se accede en metro (Tajrish) y una pequeña caminata (o corto trayecto en taxi). Es una zona de paseo típica de los senderistas de Teherán, y dispone de bastantes recorridos.

Nosotros dimos un paseo hasta la segunda estación del telecabina y un colladito cercano.

Otros lugares de interés en Teherán



La Torre Azadi es un monumento faraónico del Shah, inaugurado en 1975 y que, ya me fastidia, he de reconocer que es bastante bonito.


Otra torre, aunque de diferente propósito, es la Torre Milad, el ‘pirulí’ de Teherán. Puede subirse hasta un observatorio panorámico. En días claros (no fue nuestro caso), hay unas buenas vistas de la ciudad y las montañas.


Quizás el lugar de mayor valor histórico - artístico de la ciudad es el Palacio Golestan. Se trata de un complejo palaciego que se utilizó como residencia real por la dinastía Kayar (1785-1925).


Es cualquier cosa menos humilde y recatado. Fue incluido en el listado de Patrimonios de la Humanidad en 2013. Hay que tener en cuenta que se paga por edificio y que el entrar a todos ellos puede resultar caro. Por tanto, es mejor seleccionar bien previamente las salas que se quieren visitar.

Un poco de logística.



Los vuelos a Teherán son baratos (2017), Nosotros volamos con Turkish, ida y vuelta 350€. El vuelo interno a Shiraz lo hicimos con Mahan Air, 50 €. No es posible comprar el billete en la Web de la aerolínea, debido al bloqueo que sufre el país. Nosotros no tuvimos problema en comprarlo a través de  Logitravel. Para conseguir el e-ticket, nos dirigimos directamente a la compañía: a los pocos minutos no lo enviaron.


El gobierno de Hasán Rouhaní tiene la sana intención de captar cuantas divisas sea capaz vía turismo. Y para ello, nada mejor que facilitar el siempre tedioso y desagradable trámite del visado. Con la entrada en funcionamiento de la VOA (Visa On Arrival), el proceso se simplifica enormemente. En este blog se explica con todo lujo de detalle el proceso


Una sorpresa no muy agradable fue el precio de los hoteles. O mejor dicho, la relación calidad/precio. Irán representa  últimamente un destino interesante para los package tours, los cuales ocupan los hoteles de categorías medias. Así que al mochilero le quedan los extremos… y ya se sabe cuál de los dos extremos es el elegido por este colectivo. Como siempre, hay alternativas para pasar la noche. Los dormitorios colectivos son mucho más baratos, y (según hemos oído) el couchsurfing, pese a ser ilegal, está ampliamente extendido y garantiza una inmersión en la cultura persa.


El transporte entre ciudades es muy barato, cómodo y eficaz. En cualquier agencia de viajes pueden adquirirse los billetes de bus o tren, si bien este último no es muy de fiar. Hay unos autobuses “VIP” que son comodísimos y en muchos casos nocturnos (con lo que nos puede solucionar también alguna noche de hotel). Otra alternativa interesante en caso de querer realizar visitas entre ciudades es la de alquilar un coche con conductor (a veces es un taxi “normal”, de los amarillos). Nosotros tiramos bastante de esta alternativa, compartiendo los gastos con otros viajeros. El trayecto Shiraz – Yazd, parando en Persépolis y otros lugares nos salió por 120€. Las visitas en torno a Yazd  tomó todo el día y salió por 75€. Finalmente, el trayecto entre  Isfahán y Teherán, lo hicimos acompañados de una guía-conductora que además nos echó un cabo para visitar Qom, ciudad delicada en ciertos aspectos.




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